Precauciones a tomar con las altas temperaturas para proteger nuestra salud cardiovascular
Por el Dr. Sebastián Paz. Especial para EL LIBERAL.
Cuando los termómetros de nuestro Santiago del Estero comienzan a subir y el sol brilla con mucha fuerza, algunas precauciones pueden ser de mucha ayuda.
No sólo es importante la información para aliviarnos del sofocante calor sino también porque con ellas podemos proteger nuestra salud cardiovascular, especialmente los pacientes cardiópatas, para quienes las altas temperaturas encierran más riesgos.
En verano, el sistema circulatorio se ve afectado ya que cualquier situación donde el organismo pierda más líquidos de lo habitual, como ocurre en esta época debido al sudor, hace que disminuya el volumen de líquidos del torrente circulatorio, a lo que se suma que el calor produce una vasodilatación de todo el sistema arterial, lo que conduce a una circulación más lenta, estas circunstancias pueden afectar especialmente a quienes sufren patologías cardiovasculares.
Así, con mucho calor son más probables las alteraciones del mecanismo de termorregulación, que intenta, mediante el sudor y la dilatación de los vasos sanguíneos periféricos, reducir la temperatura corporal.
Esto, a su vez, también puede incrementar los estados de deshidratación y disminuir de forma drástica la tensión arterial hasta producir mareos y, en casos extremos, síncopes o golpes de calor, muestra de ello es que las principales causas de mortalidad durante las olas de calor se relacionan con las enfermedades cardiovasculares y cerebrovasculares, además de respiratorias.
El calor produce deshidratación, y ésta a su vez hemoconcentración, lo que favorece los accidentes tromboembólicos.
Si la temperatura corporal normal, de 36 o 37 grados, es mayor afuera, empiezan los problemas porque no hay capacidad de enfriamiento y el corazón regularmente tiene una sobrepresión, las arterias cambian su capacidad de flujo sanguíneo y eso hace que aumente el esfuerzo cardíaco.
Hay una mayor cantidad de decesos en hombres por enfermedades cardiovasculares en época de calor, y se ha detectado que cuando se presentan olas de calor incrementan de tres a 10 las muertes diarias en los centros urbanos por este tipo de padecimientos, principalmente del corazón.
Cuando el cuerpo está expuesto a elevadas temperaturas genera un mecanismo de defensa ante la deshidratación, que en la primera etapa produce salpullido, náuseas, cefalea intensa y vómito; este último puede progresar hasta generar debilidad y pérdida de la conciencia.
En este proceso se genera una reacción inflamatoria en todo el cuerpo que aumenta la irrigación sanguínea y sustancias que pueden desencadenar o empeorar enfermedades cardiovasculares, pulmonares, hepáticas, renales, e incluso trastornos mentales.
La reacción inflamatoria eleva sustancias que nos avisan que tenemos que protegernos y favorecen la disipación del calor, dentro de lo posible, el corazón bombea alrededor de cinco litros por minuto normalmente, y el cuerpo agiliza la eliminación de exceso de calor corporal con este mecanismo de defensa que provoca un mayor bombeo de la sangre y con ello, diversas afectaciones en cascada.
De esta manera, el cuerpo aumenta la presión arterial, disminuye la función renal, el hígado trabaja de manera alterada; que, aunque son las formas en que el cuerpo se defiende, también son perjudiciales.
Estas reacciones afectan en mayor medida a personas en sectores vulnerables como niños, adultos mayores, personas que trabajan al aire libre como personal del rubro de la construcción, policías o vendedores; además de pacientes con enfermedades crónicas que llevan un tratamiento farmacológico y, por último, a quienes tienen padecimientos cardíacos, hipertensión arterial o problemas renales.
Hidratarse como prevención
Desde la Sociedad de Cardiología de Santiago del Estero decimos que una de las claves para evitar que el calor nos afecte es hidratarse bien, incluso aunque no se tenga sed, debemos hacerlo varias veces al día, en caso contrario podemos sufrir una sensación de cansancio, leves mareos, cifras bajas de presión arterial o taquicardia, seguido de contracturas musculares o calambres, que son los síntomas de la deshidratación.
Cuando ésta llega al extremo pueden aparecer convulsiones o pérdida total del conocimiento, ante la aparición de cualquiera de estos síntomas, la primera recomendación de los especialistas es hidratarse, y si nos encontramos con adultos mayores o niños, para los que suele pasar más desapercibida la sensación de sed, es buena idea recordarles que deben beber agua con frecuencia.
Otras recomendaciones que nos mantendrán a salvo de los riesgos de las altas temperaturas son evitar la exposición solar durante las horas centrales del día (entre las 12 del mediodía y las 4 de la tarde), usar ropa adecuada al clima y al nivel de actividad que se vaya a realizar, llevar gorro -la mayor parte del calor corporal se pierde por la cabeza- y evitar el consumo de alcohol, ya que altera la regulación de la temperatura corporal y nunca utilizar abrigos herméticos para forzar la transpiración como camperas o los llamados rompevientos.
Si además llevamos una dieta sana y equilibrada en la que controlemos la sal, las grasas y los azúcares, estaremos protegiéndonos correctamente de los riesgos asociados a las altas temperaturas.
También es importante que, en caso de que tomemos diuréticos, pidamos a nuestro médico que nos ajuste la toma para que no se elimine en exceso el agua corporal en momentos de calor y humedad.
En cuanto al ejercicio, el corazón de las personas con insuficiencia cardíaca tiene menor capacidad de reserva para eliminar el calor del cuerpo y puede sobrecargarse con más facilidad, por lo que evitarán riesgos innecesarios si dejan de hacer deporte en condiciones de mucho calor y humedad.
Lo que se recomienda siempre es que los deportistas hagan el ejercicio que su médico haya pautado a primera hora o a última de la noche, cuando hayan bajado las temperaturas.