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La otra crisis: Siria, Turquía y el Kurdistán

Por Pedro José Basbús. Magistrado, docente, cátedra de Derecho Internacional Público, Ucse.

El domingo 6 de octubre del año en curso, el presidente Donald Trump sorprendió al mundo anunciando un giro en la política en Oriente medio al ordenar el retiro de las tropas estadounidenses del norte de Siria.

Inmediatamente comenzó el retiro de las tropas estadounidenses de la ciudad de Ras Al-Ayn, en el norte de Siria, según confirmara el Observatorio sirio de derechos humanos.

Trump había anunciado el retiro de las tropas en esa zona ante la inminente operación militar de Turquía contra las milicias kurdosirias. El presidente turco, Erdogan, también confirmó la noticia. De suyo que ello implicó un cambio radical en la política del país del norte y, más allá de que se sostenga que el objetivo buscado es acabar con las mentadas milicias otrora aliadas de Washington, hoy consideradas terroristas por Turquía, lo cierto es que la conducta desplegada por los EE.UU. tendrá serias consecuencias en el frágil equilibrio que vive la zona.

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Tres días después de que el presidente estadounidense Donald Trump anunciara el retiro de las tropas de su país en el norte de Siria, las fuerzas armadas turcas comenzaron una operación militar en la región.

Esta incursión, que comenzó el miércoles, es la tercera que el ejército turco lidera en Siria desde 2016 y ya ha causado al menos 60.000 desplazados, según afirmó el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos (OSDH, por sus siglas en inglés).


El objetivo militar de Ankara (capital de Turquía) es la milicia kurda de las Unidades de Protección Popular (YPG, por sus siglas en kurdo), que lideran las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), una alianza kurdo-árabe con la que Estados Unidos trabajó para derrotar al Estado Islámico.

Las YPG son consideradas como un grupo terrorista por Turquía debido a sus vínculos en su país con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), que ha liderado una sangrienta guerra de guerrillas en Turquía desde 1984 y cuyo objetivo fue (y es) la independencia del Kurdistán. 

¿Quiénes son los kurdos? Breves antecedentes

El pueblo kurdo es la minoría étnica sin Estado propio más importante de Medio Oriente.

Se estima que su población oscila entre los 25 y 35 millones de personas que viven en una región montañosa cuyo territorio está repartido entre cuatro países: Turquía, Irak, Irán y Siria, y un pequeño enclave en Armenia.

Es un pueblo unido por una lengua propia y una cultura milenaria. La mayoría de los kurdos son musulmanes sunitas, pero muchos siguen otras religiones y creencias.

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 Tras el fin de la Primera Guerra Mundial con el Imperio Otomano en proceso de desintegración, se suscribe el Tratado de Sevres (Francia 1920) que reconocía el derecho a la libre determinación de las nacionalidades de los antiguos imperios, y preveía la creación de un Estado kurdo. Lamentablemente para estos últimos, el tratado no fue ratificado.

Con el Tratado de Lausana (1923, Suiza) que fijó las fronteras modernas de Turquía, el Kurdistán fue dividido entre Turquía, Siria, Irán e Irak y la URSS. Tras la 2° Guerra Mundial, con el proceso de descolonización en marcha luego de la injerencia de la ONU se trazaron las fronteras actuales de los estados en los que se halla dividido el Kurdistán.

En 1945 se proclamó la República Mahabad, comunista en el Kurdistán iraní por parte del recién creado Partido Democrático del Kurdistán Iraní (PDK), la cual se mantuvo independiente durante un año hasta la ocupación de la ciudad de Mahabad por las autoridades iraníes en diciembre del mismo año.

Durante el período conocido como el de la Guerra Fría, hubo movimientos con intenciones independentistas por parte de la nación Kurda y en el año 1984 el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) fundado en 1978 inició revueltas de guerrillas en contra de Turquía, reprimiéndose cualquier intención de lograr el nacimiento de un estado independiente. Desde entonces, más de 40.000 personas han sido asesinadas y cientos de miles desplazadas de sus hogares.

En la década de los 90, el PKK abandonó su ambición independentista y se limitó a pedir mayor autonomía cultural y política, pero la lucha armada no terminó.

El comienzo de la guerra de Irak en el año 2003 hizo que la mayoría de los políticos kurdos apoyara a los EE.UU., con el objetivo de lograr una mayor autonomía luego del derrocamiento de Sadam Husein, lo que dio nacimiento al Kurdistán Iraquí.

En 2013, el PKK pactó un alto al fuego con el gobierno, que colapsó después de que los atentados suicidas atribuidos a Estado Islámico en 2015 mataran a 33 jóvenes en la ciudad kurda de Suruc, cerca de la frontera con Siria.

El PKK acusó a Ankara de complicidad y decidió atacar a soldados y a policías turcos.

Desde entonces, Turquía ha llevado a cabo una denominada “guerra sincronizada contra el terrorismo” contra el PKK y Estado Islámico. Y para el gobierno turco, el YPG son extensiones del PKK de Turquía.

El YPG y PKK comparten una misma ideología, pero aseguran que son entidades separadas.

Finalmente, el nacimiento del ISIS supuso una amenaza para la nación kurda y en el año 2014 el Comité Supremo Kurdo (compuesto por el Consejo Nacional Kurdo y el Partido de la Unión Democrática, PYD) encabezaron la defensa, apoyados por los EE.UU. hasta lograr la victoria en la zona.

¿Qué es el YPG?

Las Unidades de Protección Popular (YPG) son el brazo armado del Partido de la Unión Democrática Kurda (PYD, por sus siglas en kurdo), una formación fundada por nacionalistas kurdos en el norte de Siria.

El YPG milita por la independencia de los kurdos en Siria y tiene algunos vínculos con el Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK) en Turquía, un grupo que quiere una región autónoma para los kurdos en ese país.

El PKK ha llevado una lucha armada contra el Ejército turco desde 1984 y Ankara lo ve como una amenaza para su integridad territorial. Forzoso es decir que el Partido de los Trabajadores de Kurdistán está vetado en Turquía y también es considerado como una organización terrorista por la Unión Europea y Estados Unidos.

Existe una profunda discordia entre el gobierno turco y los kurdos de ese país, que constituyen del 15% al 20% de la población.

Por generaciones, el pueblo kurdo ha denunciado el trato hostil por parte de las autoridades turcas. Entre 1920 y 1930, muchos kurdos fueron trasladados a otras partes del país y las autoridades tomaron medidas polémicas, como la prohibición de nombres kurdos.

También se restringió el uso del idioma kurdo y se negó la existencia de una identidad étnica kurda.

En medio de este polvorín, el pasado domingo 6 de octubre Turquía dio comienzo a las operaciones militares cuyo objetivo, según Erdogan, es “prevenir la creación de un corredor terrorista en la frontera sur y llevar paz a la zona, preservar la integridad de Siria y librar a las comunidades locales de terroristas” ambicioso plan que, como inferirá el lector, necesitaba el apoyo de los EE.UU.

Ahora bien, la incursión militar turca contra los kurdos en el norte Siria deja a EE.UU. en una encrucijada. Tanto Turquía, miembro de la Otan, como el YPG son aliados importantes del gobierno estadounidense. Recuerde el lector que EE.UU. comenzó a trabajar con las fuerzas kurdas en 2015, en la lucha contra el avance el Isis, lo que le dio importantes frutos, pero esta alianza se ha visto afectada con el anuncio de Donald Trump de retirar las tropas estadounidenses del norte de Siria, una acción que algunos observadores calificaron de una “traición” al pueblo kurdo y un cambio drástico de la política exterior estadounidense en la región.

¿Qué puede pasar?

El presidente Trump utilizó su cuenta en las redes sociales para indicar que, si bien podría ser que se encuentren abandonando Siria, ello no debe entenderse como abandono del pueblo kurdo. Sorpresivamente un poco más tarde minimizó la ayuda de este pueblo para con Washington, pero advirtió a Turquía sobre el uso de la fuerza innecesaria y que iba a a destruir la economía de este país si las operaciones militares se desbordaban, una eterna contradicción en política exterior que flaco favor le hace a la paz de la región.

El anuncio de Trump ha sido ampliamente criticado, incluso por destacados miembros del Partido Republicano, porque va en contra de las recomendaciones del Pentágono y del Departamento de Estado que consideran importante mantener una pequeña presencia de tropas en el norte de Siria para ayudar en la lucha contra Estado Islámico.

El líder de la mayoría republicana en el Senado, Mitch Mc Connell, escribió en un comunicado que una salida precipitada de las fuerzas de EE.UU. de Siria “solo beneficiará a Rusia, Irán y el régimen de Assad” lo que fue ridiculizado por el presidente Trump quién entendió que era hora de que los EE.UU. salgan de “esta ridícula guerra”.

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El periodista experto en la cuestión kurda Manuel Martorell, señaló que “Estados Unidos nunca apoyó a los kurdos de Siria por razones de carácter humanitario o de respeto a sus derechos culturales y políticos, solamente necesitaban un factor que les ayudara a derrotar a Estado Islámico sin tener que intervenir con tropas terrestres, algo que ningún país quería hacer. Estados Unidos ha hecho como siempre, ha respondido a sus intereses estratégicos”. A su vez, Israel y los sauditas advierten que la retórica del presidente Trump no coincide con sus actos

El problema que subyace es que, con estas acciones, difícilmente se restaure la paz en la región.

La intervención turca puede producir aún mayores desplazados y eventuales refugiados, incrementando la crisis humanitaria que no puede soslayarse producto de las sucesivas guerras de liberación o como quiera el lector titular, con el peligro de que la retirada desordenada de las tropas de los EE.UU. de la zona avive al latente Isis que, si bien fuera derrotado, sus células aún continúan vivas a la espera de una coyuntura favorable.

El Presidente turco dejó entrever que, si pierde el apoyo de los EE.UU. en la región y en su política con la zona norte de Siria, se abriría a Rusia, algo que el Pentágono no está dispuesto a permitir, aún a costa de retirar el apoyo al pueblo kurdo.

Una vez más es necesaria la prudencia en el delicado rompecabezas que es Medio Oriente.

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