“¡No Cristian, no puede ser querido amigo!”
La vida y la muerte trastocaron ayer el alma de decenas de amigos de los hermanos fallecidos. Muchos de ellos habían alcanzado a llegar a la escena del accidente.
Durante más de una hora, los chicos (auténticos en sus emociones) lloraron por los amigos.
Abrazados y conteniéndose entre ellos y por policías y padres, los jóvenes sufrieron por Cristian y Shadira.
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“¡No Cristian, no puede ser querido amigo!”, lamentó una nena de 10 años.
Los adolescentes no podían concebir que su amigo terminara bajo las ruedas del transporte.
A ninguno de los chicos les importó desnudar su desolación, porque Cristian y Shadira habían sido hasta el momento de la tragedia, sus compañeros de juegos, sueños, alegrías y eternas horas de charlas.