ESPECIAL PARA EL LIBERAL

El correcto uso de la fuerza no es gatillo fácil

Alberto Pravia. Ex Fiscal y Camarista Federal. Autor del libro Fuerzas de Seguridad

Ante el procesamiento del policía que cumpliendo con su deber evitó que una persona siguiera circulando en la vía pública de manera amenazante y portando un cuchillo, haré una mera reflexión a modo de ejercicio intelectual.

La policía recibe al 911 una llamada donde una persona refiere la presencia en la calle de otra persona que estaría bajo los efectos del alcohol o drogas y manipulando un cuchillo, a la par que amenazaba a quiénes se encontraban presentes por donde él transitaba.

Habida cuenta ese llamado poniendo en debido conocimiento a la policía que había una persona sospechosa y presuntamente peligrosa, se hacen presentes varios policías en el  lugar donde refiere la denunciante y observan que existe un individuo que se ajusta a la descripción efectuada.

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Ante dicha persona de gran porte, que presumiblemente contaba con un cuchillo en su poder,  y que resultaba de por sí sospechoso dado la denuncia realizada al 911, la policía le solicita a este sujeto  que detenga su marcha no obedeciendo a las indicaciones de la autoridad.

Es en ese momento que un policía luego de un acercamiento a poca distancia con este sujeto, le asesta una sola patada al pecho para poder así controlar la situación y desvirtuar todo posible intento violento de este sujeto.

Lamentablemente al caer al piso este individuo sufre heridas que concluyen con su muerte.

Ahora bien, qué datos fácticos podemos colectar para así analizar en concreto si el accionar policial fue excesivo o resultó acorde a la normativa legal vigente.

En primer lugar resulta fundamental que la descripción del llamado al 911 se corresponde con lo que la policía observa y que es reflejado por las cámaras de seguridad del lugar.

En segundo lugar, en la escena se comprueba la presencia del cuchillo y en poder de la persona, siendo secuestrado y consta en las actuaciones prevencionales y jurisdiccionales.

A partir de aquí debemos indagar, ¿Un cuchillo es un arma? Si, lo es.  Un cuchillo ¿es un arma letal? Si, lo es. ¿Un cuchillo en poder de una persona que desobedece a las órdenes del personal policial lo hace potencialmente peligroso a la persona que lo detenta? Si, obviamente. ¿Un cuchillo en poder de un individuo y a poca distancia con la policía es una persona potencialmente peligrosa? Sí, sin lugar a dudas.

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En ese contexto, debemos también preguntarnos cuál es la función de la policía, sabemos que los maestros deben enseñar y los médicos y enfermeros deben curar ¿y los policías? Bueno, a ellos les queda la misión de asegurarnos a todos los ciudadanos el orden y la tranquilidad, evitando que se cometan ilícitos y aquellos que se están cometiendo, puedan ser conjurados.

Un maestro en su actividad hace uso de libros y sus conocimientos, un médico de instrumentos quirúrgicos o medicamentos y también de su experiencia, ¿y un policía? De la fuerza, con o sin armas, y de su conocimiento y experiencia.

Ante una situación como la que todos observamos por las imágenes que la televisión y las redes nos brindaron, se observa que el policía para cumplir su manda legal hizo uso de la fuerza aplicando una sola patada y entendemos que una sola patada direccionada al pecho de la persona para reducirlo y eliminar todo peligro resulta algo razonable y proporcional.

Si recurrimos a las normas que regulan la materia observamos que el Código Procesal Penal de la Nación dispone en el art. 184 inc 11 que entre las facultades que tiene la policía se encuentra el de hacer uso de la fuerza “en la medida de la necesidad”, además los Principios Básicos del uso de la fuerza y de arma de fuego de las Naciones Unidas establecen en el principio 9 que el uso de la fuerza se deberá hacer «cuando sea inevitable», aunado a ello el Código de Conducta para Funcionarios encargados de hacer cumplir la ley de las Naciones Unidas incorporada en nuestro digestivo interno por la ley 24.059 determina que solo se podrá usar de la fuerza cuando “sea estrictamente necesario y  en la medida que lo requiera el desempeño de la tareas”.  

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No quedan dudas que era necesario ejercer algo de fuerza, que una patada para una persona grande y con un cuchillo en su poder la fuerza ejercida fue razonable y proporcional. Pero todo esto la justicia no lo vio y hoy la policía debe dudar si actúa o no ante un posible delincuente.

Con una justicia con anteojeras que todo lo cataloga como “gatillo fácil” o exceso en la actuación policial, lograremos atar de manos a las fuerzas de seguridad y desguarnecer a la sociedad toda ante la delincuencia. Nadie debe justificar el incumplimiento de la ley, pero para enfrentar al delito se necesita de policías que cumplan con su deber aplicando la ley y fiscales y jueces que acompañen desde la práctica y dejen sus prejuicios morales.



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