NI BULIMIA NI ANOREXIA

TANE, el trastorno alimentario que más afecta a los adolescentes

El TANE o Trastorno Alimentario No Especificado, se ha convertido en el último tiempo en el padecimiento que mayor preocupación trae a los padres y a la sociedad en general, y que se presenta mayormente entre jóvenes de 12 a 24 años, con un marcado acento en las mujeres, de acuerdo con lo expresado por la Organización Mundial de la Salud.

Este padecimiento tiene comportamientos similares a la bulimia y también a la anorexia, ya que quienes lo presentan sufren de atracones, ayunos y vómitos, y pueden pasar de comer muy poco a ingerir grandes cantidades de alimentos.

En una entrevista con el diario Clarín, la Dra. Virginia Busnelli, médica especialista en nutrición y directora del Centro de endocrinología y nutrición Crenyf, explica de qué se trata el TANE: "Este trastorno suele ser el más frecuente de todos los observados en el consultorio. El TANE es una alteración de la conducta alimentaria que no cumple los criterios para ser diagnosticado como anorexia nerviosa, ni tampoco como bulimia nerviosa. Esta categoría se usa frecuentemente para incluir aquellos pacientes que cumplen la mayoría, pero no todos, los requisitos para ser diagnosticados de anorexia o bulimia. Por ejemplo una mujer que tiene los síntomas de anorexia nerviosa, pero cuyos ciclos menstruales son normales y regulares”, explica.

Los criterios médicos establecidos para realizar el diagnóstico TANE son los siguientes:

▪ Mujeres que cumplen todos los requisitos para poder ser diagnosticadas de anorexia nerviosa, excepto que presentan menstruaciones regulares.

▪ Se cumplen todos los criterios establecidos para el diagnóstico de anorexia nerviosa, excepto el peso, que se encuentra dentro de límites considerados normales.

▪ Cumple los criterios de bulimia nerviosa excepto por el hecho de que la frecuencia de los atracones y otras conductas alimentarias no adecuadas, ocurren con menor frecuencia de dos veces por semana o se han prolongado menos de tres meses.

▪ Empleo frecuente de conductas alimentarias no adecuadas después de la ingesta de pequeñas cantidades de alimentos en una persona de peso normal. Por ejemplo, provocarse el vómito después de tomar un trozo de chocolate.

▪ Masticar la comida y después expulsarla sin tragarla o tragando cantidades muy pequeñas.

▪ Atracones recurrentes sin que existan las acciones compensatorias características de la bulimia nerviosa.

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Huellas en el organismo

Consultada por el medio nacional, la nutricionista Agustina Murcho expresa: “Sufrir un TANE puede ocasionar o acelerar la aparición de anemia, osteoporosis, problemas dentales, mayor riesgo de padecer infecciones, hipokalemia (bajos niveles de potasio en sangre), lo que genera complicaciones cardíacas, y alteraciones metabólicas”. La especialista autora del libro “Podemos comer de todo”, agrega: “Por más que no sea un cuadro de anorexia o bulimia puros, un TANE no es menos importante ni debe dejarse pasar. Hay que tratarlo igual que todos los trastornos alimentarios. Además, hay que tener en cuenta que los trastornos mutan. Por lo tanto no debemos dejarnos estar ni pensar que es menos grave que otros, porque todas estas conductas también pueden llevar a consecuencias irreversibles o a la muerte”.

A quiénes afecta el TANE

De acuerdo a las estadísticas del Centro Especializado en Desórdenes Alimentarios (CEDA), el 90 por ciento de las consultas recibidas en su sede son de mujeres, de las cuales el 60 por ciento son adolescentes.

La anorexia y la bulimia afectan a 7 millones de mujeres y a un millón de hombres en todo el mundo. En Argentina, según datos del año 2011 de la Asociación de Lucha contra la Bulimia y la Anorexia (ALUBA), el 37 por ciento de las mujeres de entre 15 y 20 años sufre un trastorno alimentario.

“Es la tercera enfermedad crónica con más prevalencia en la juventud”, afirmó a Clarín la Lic. Canicoba, Directora de la Carrera de Especialización de Nutrición Clínica, Sede Hospital Posadas (UBA) y especialista de los Centros de Diagnóstico DIM.

Razones psicológicas y multifactoriales

“Epidemiológicamente, los TANE son patologías alimentarias muy comunes, representando los tres cuartos de todos los casos comunitarios de desórdenes alimentarios”, afirma la Dra. Busnelli.

Según cuenta al medio la especialista, los factores de riesgo de los trastornos de alimentación son multifactoriales. “Resultan de la interacción compleja de factores psicológicos, físicos y socioculturales que interfieren en el comportamiento del individuo, dificultando la comprensión de su etiología”.  Y agrega: “Además debemos considerar la etapa de la adolescencia, un período caracterizado por grandes cambios biológicos y psicosociales que pueden verse comprometidos por la aparición de estos trastornos, produciendo consecuencias potencialmente graves para la salud de los jóvenes”.

Según su punto de vista, el uso extendido de redes sociales y la globalización aumentaron la presión social que padecen los jóvenes por lucir cuerpos perfectos, lo que habría aumentado la prevalencia de trastornos alimentarios: “Los chicos tienen acceso a las redes sociales desde muy pequeños, y el tema de cómo lucir se vuelve un tema de conversación con amigos, en el colegio, centrados en los cuerpos irreales que se muestran. Son un público vulnerable y eso se muestra como un disparador. Es necesario hablar con los niños y explicar que lo que ven no es real, para evitar problemas de salud o trastornos de distinto tipo”, advierte.

Una clasificación que no es nueva

A pesar de no ser tan conocida, la clasificación TANE no es nueva. Busnelli menciona que “ya se encontraba incluida su descripción en el DSM-IV, que es el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría. Dicho manual contiene descripciones, síntomas y otros criterios para diagnosticar diferentes tipo de trastornos, unificando conceptos. La edición vigente es la quinta, conocida como DSM V, y se publicó el 18 de mayo de 2013”, agrega.

“La OMS recomienda el uso del sistema internacional denominado CIE-10 décima versión, cuyo uso está generalizado en todo el mundo. El 18 de junio de 2018 se publicó la nueva edición numero 11. A pesar de que ambos, el DSM-IV y la CIE-10 han introducido a los TANE en su nomenclatura como la categoría de los trastornos de la conducta alimentaria no especificados, conceptualmente suele ser confusa por comprender un grupo clínicamente heterogéneo de diagnósticos. Son condiciones catalogadas como residuales y tienden a ser desatendidas por los investigadores. Sin embargo, son los tipos de cuadros alimentarios más comunes en la práctica clínica rutinaria que ameritan una asistencia oportuna y una detección precoz, particularmente a nivel primario”, concluyó.

Cómo cuidar a los más chicos de este padecimiento

“Es importante enseñar desde pequeños la importancia de seguir hábitos saludables: establecer horarios de comida regulares, repartir los alimentos en cuatro o cinco tomas al día, evitar saltearse comidas y no picotear entre horas. La dieta deber ser sana, equilibrada y variada e incluir todos los alimentos”, aconseja la Lic. Canicoba. “Los padres deben fomentar la autoestima del niño, de manera que descubra sus capacidades y sus limitaciones, las acepte y aprenda a sentirse bien consigo mismo”, agrega.

“Otro consejo es adoptar y mantener hábitos saludables en otros aspectos, como la constancia en la práctica de actividad física y en el número de horas de sueño. Todo ello ayuda a llevar una vida saludable”, dice la médica.

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Busnelli, por su parte, hace hincapié en la importancia de mantenerse atento a la percepción que tanto niños como adolescentes tienen de su cuerpo. “Los padres deben ser capaces de buscar ayuda profesional ante cualquier situación incómoda del niño con su peso o su cuerpo, promoviendo en caso de ser necesario, cambios pequeños, graduales pero permanentes y sustentables en el estilo de vida”, dice. Sin embargo, la médica indica que “salvo en casos de peligrosa evolución, se recomienda no hacer dietas restrictivas ni en niños ni en adolescentes”.

Las pautas de alimentación deben seguir las siguientes reglas:

- Incorporar más de 5 porciones de frutas y verduras diarias.

- Reducir al máximo posible el consumo de bebidas azucaradas.

- Alentar el consumo de agua.

- No saltear el desayuno.

- Minimizar las comidas fuera del hogar.

- Involucrar a toda la familia en los cambios de hábitos.

- Disminuir las horas frente a las pantallas.

- Eliminar el televisor de la habitación.

- Favorecer el juego al aire libre y la vida deportiva grupal no competitiva.

- Inducir a las caminatas.

- Promover la integración a la mesa familiar.

- Establecer gradualmente los horarios de comida favoreciendo la comensabilidad.

En cuanto al tratamiento de un paciente con un TANE, según la Dra Busnelli, “debe ser multi e interdisciplinario, constituido por diferentes profesionales que trabajen en un área común e interactúen entre ellos en tiempo real, intercambiando la información de una forma sistemática y compartiendo una metodología de trabajo juntos para conseguir los mismos objetivos, colaborando entre ellos en la planificación y puesta en marcha de un plan de tratamiento”.

Y es preciso tener en cuenta que, tal como afirma la médica, “los trastornos del comportamiento alimentario son enfermedades graves, difíciles de tratar y perjudiciales para la salud y la nutrición, predispone a los individuos a la desnutrición o a la obesidad y se asocian con baja calidad de vida, altas tasas de comorbilidad psicosocial y mortalidad prematura, por ende, es un tema que nos preocupa a todos”, concluyó.


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