Juzgan a un boliviano que asesinó a su exesposa utilizando una soga
Un tribunal juzga desde hoy a un ciudadano boliviano, acusado de asesinar a su ex pareja en el 2016 en el Bº Los Telefónicos, valiéndose de una soga que utilizaba su hija para jugar.
El horror se precipitó la mañana el 15 de junio del 2016. La víctima resultó Mariela García, cuyo cuerpo fue descubierto en su cama en su casa del Lote 3, Manzana G, Bº Los Telefónicos.
En el banquillo de los acusados estará sentado hoy Víctor Mansilla Terceros, quien aquella jornada se entregó solo en la Comisaría 7ª.
Según la reconstrucción de la historia, Mansilla Terceros y García se habían conocido en Buenos Aires. Él, oriundo de Bolivia, trabajaba en talleres textiles.
Sobrevino un amor intenso. Ella resolvió regresar a Santiago con su familia y él la acompañó, ya que tenían hijos: de 18, 15, 9 y de 7 años.
Con los años, el amor se secó y se separaron. Sin embargo, igual prosiguieron juntos bajo el mismo techo.
“No” al “no” de ella
Mansilla Terceros (41) jamás habría aceptado y la celaba con todos sus amigos. La hipótesis fiscal es que al menos tres semanas atrás del horror el sujeto empezó a planificar el crimen, aprovechando que la santiagueña consumía muchas pastillas por sus problemas de salud.
Ese día, Mansilla Terceros llevó a sus hijos a sus escuelas y luego volvió a la casa. Mariela dormía, al parecer por somníferos que ingería por las crisis múltiples.
El hombre se armó de una soga que utilizaba su hija menor para jugar. La enrolló tres vueltas en el cuello de la víctima y apretó hasta asfixiarla al extremo de matarla.
Al advertirla ya sin vida, se fue a la seccional y confesó a los policías que acababa de ultimar a su ex.
Todos los caminos lo “conducen” a la prisión perpetua
Desde las nueve de la mañana, los jueces Alfredo Pérez Gallardo, Julio Carmelo Vidal y Julio David Alegre Paz iniciarán el camino de la historia del horror.
De acuerdo con los testigos, el boliviano simulaba ser un buen padre, pero habituaba golpear a Mariela.
“Femicidio doblemente calificado”, son las imputaciones que el fiscal Álvaro Cantos convertirá en severa acusación, capaz de terminar en prisión perpetua.
Prima facie, el juicio no se extendería muchos días, ante la sobreabundancia de pruebas en el proceso por femicidio.
Declararán los policías que trabajaron aquella mañana, los forenses, las vecinas y posiblemente la mayor de sus hijas.
Generalmente, los acusados no declaran y prefieren interiozarse de los cargos, antes de ensayar una defensa.
Desde entonces, el hombre se encuentra alojado en un organismo de seguridad y recibe contadas visitas.
Para los expertos, el debate oral sólo posibilitará desnudar, con crudeza, la pesadilla que vivió con su ex (y verdugo) durmiendo bajo el mismo techo.