Los padres, enmudecidos e impotentes ante la adolescente sin vida
Los padres de Silvia volvieron a reencontrarse ante un durísimo trance. Casi de rodillas, frente al féretro, lloraron y se despidieron de su hija. Fue un segundo casi imperceptible para la gente, pero de alto significado para ellos que le dieron la vida y debieron sepultarla tan temprano.
Bronca contra la policía
En medio del llanto, se alzaron algunas voces cuestionando la labor policial. Aún dolidos, los amigos de Silvia destinaron varios minutos mascullando bronca contra los efectivos de la Quinta.
Larga caravana
La caravana estuvo dada por un colectivo, coches y múltiples motocicletas. En el Bº Gas del Estado, la moto sintetiza el símbolo de libertad y osadía juvenil. Silvia amaba las motos, aunque sin despojarse del debido cuidado y prudencia.
Cánticos religiosos
En varias ocasiones, representantes de grupos juveniles entregaron cánticos religiosos en honor a Silvia, mientras era despedida en su hogar.
Dolidos, pero firmes
Las banderas sociales cubrieron la tapia de la casa y enfrente. La gente no se amilanó ante la policía y sintetizó que está más fuerte que nunca. Dolida, abatida, pero de pie.
Solidaridad, presente
Desde el instante en que los Maldonado-Morales sufrieron el gravísimo incidente, la gente se congregó ofreciéndoles ayuda.
Algunos llevaron sillas, otros plásticos, café, o alimentos. El fin fue que la máma y las hermanas de la víctima recibieran al menos un “mimo” de los amigos del barrio.
Largo regreso
La desconcentración no fue menos dolorosa que la partida hacia La Piedad. Igual, los amigos quedaron en la casa para acompañarlos.