Más de 8 mil santiagueños podrían tener artritis reumatoidea
La artritis reumatoidea es una enfermedad inflamatoria crónica autoinmune de causa desconocida que afecta principalmente las articulaciones, aunque puede comprometer otros órganos de nuestro cuerpo.
Los síntomas se van instalando de a poco. La rigidez por la mañana, el dolor y la hinchazón articular (manos, pies, rodillas, tobillos y codos) dominan el cuadro; algunos presentan además debilidad generalizada, fatiga y con menor frecuencia fiebre.
La rigidez mejora con el movimiento y la actividad física, y empeora con el reposo prolongado. Puede afectar a cualquier persona de cualquier sexo, aunque es más frecuente en las mujeres. Además, si bien es más común entre las personas de mayor edad, puede afectar también a niños y jóvenes.
“Los pacientes inician sus síntomas en forma progresiva. Aparece el dolor y la hinchazón en las pequeñas articulaciones de las manos, como pueden ser los nudillos, y con el avance de la enfermedad aumenta el dolor y el número de articulaciones comprometidas (muñecas, codos, rodillas), llegando a deformarse si no son tratadas adecuadamente.
Es frecuente la presencia de síntomas generales como malestar general, debilidad, acompañados de otros particulares como sensación de ´arenilla´ en los ojos, boca seca y algunos alarmantes como dificultad para respirar normalmente”, sostuvo la Dra. Maria Soledad Galvez Elkin, médica especialista en Reumatología y ecografía aplicada a la Reumatología.
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Cuando la artritis reumatoidea no se trata a tiempo, el fuerte dolor e inflamación de la articulación se torna invalidante, pudiendo generar discapacidad y graves consecuencias en la vida cotidiana del paciente. “Los pacientes deterioran rápidamente su estado de salud. Un retraso en el tratamiento, y sobre todo fuera del período de ventana, implica un mayor daño radiológico y una menor capacidad para que sus articulaciones funcionen normalmente. La enfermedad progresará en daño articular, deformidad y discapacidad”, señaló el Dr. César Graf, presidente de la Sociedad Argentina de Reumatología.
Si bien los especialistas aseguran que el acceso al diagnóstico cambió positivamente, todavía debe mejorarse: “en los últimos años hemos logrado generar una mayor difusión de la enfermedad mediante campañas de concientización para población y educación médica continua, permitiendo reducir el tiempo en el que los pacientes llegan a la consulta con el reumatólogo. Además, se han formado clínicas de detección temprana en distintos hospitales de diversas provincias del país, dotadas de tecnología (ecografía y doppler articular) que sumado a las técnicas de laboratorio y radiología, complementan el examen físico del reumatólogo en la detección de la enfermedad”, expresó Galvez Elkin y agregó: “Históricamente podían pasar hasta 14 meses en que un paciente era visto por primera vez por un especialista y en la actualidad estamos en un promedio aproximado de 6 meses. De todas formas, lo ideal es seguir reduciendo este tiempo ya que cuanto antes lleguen al diagnóstico podremos brindar un tratamiento adecuado y por lo tanto contar con una mayor posibilidad de éxito”.
La demora en la consulta con el reumatólogo podría explicarse en el desconocimiento de las características propias o la confusión con otras enfermedades, “a pesar de ser frecuentes y tener un alto impacto en la calidad de vida, las enfermedades reumatológicas son desconocidas y en muchos casos, confundidas. Esto se debe, probablemente, a la creencia o al mito de que sólo afectan a personas mayores”, concluyó el Dr. Graf.