Alpinista cordobés rescatado del Everest, criticó el "embotellamiento" en la cima
Ricardo Birn, un montañista cordobés de 51 años que fue rescatado en el monte Everest este pasado jueves, se recupera de sus afecciones y dijo hoy que a lo largo de la travesía su "única preocupación" fue la gran cantidad de gente que había elegido el mismo día para llegar a la cumbre y criticó a las organizaciones que apoyan el ascenso y se preguntó por qué "no se organizan para distribuirse".
"A lo largo del proceso, que duró un mes y medio, veía que había mucha gente que elegía el mismo día para hacer cumbre", dijo Birn en diálogo con TN, y agregó que eso se debió a que "el tiempo no venía bien" y se esperaba que mejorara el 22 de mayo.
Birn fue rescatado ayer por un helicóptero cuando estaba en el "campo III", el día anterior había llegado al campo IV, que está a casi 8.000 metros y el último antes de hacer cumbre en la cima del monte Everest, de 8848 metros de altura.
El montañista llegó al campo IV de noche, allí comenzó a toser con sangre, evaluó su estado de salud y la distancia que le faltaba y decidió retornar.
"Vi la fila de lamparitas y lo que me faltaba, y decidí pegar la vuelta", contó.
Desde la noche del martes al miércoles último, más de 200 montañistas alcanzaron la cima del Everest, lo que ocasionó largas filas con horas de espera para ascender. Rompieron el récord de ascensos en una misma jornada, aunque provocaron un atasco que derivó en colas de varias horas en un estrecho paso de la ladera cercano a la cumbre.
En 2012 se había producido una situación semejante cuando unos 260 montañistas trataron de hacer cumbre en un mismo día aprovechando el buen tiempo, lo que causó una acumulación de gente en el escalón Hillary, una roca vertical de 12 metros que supone el último gran obstáculo antes del techo del mundo.
En esa ocasión, 179 personas hicieron cumbre y cuatro escaladores -el chino Ha Wenyi, el alemán Eberhard Schaaf, el canadiense de origen nepalí Shriya Shah y el surcoreano Song Won-bin- perecieron por cansancio y mal de altura cuando descendían.
El abarrotamiento de personas en los ocho mil metros supone un gran peligro para los escaladores, dado que dependen de su máscara de oxígeno para sobrevivir, explicó un cable de la agencia EFE.