Lo dio vuelta y gritó campeón
Enviados de EFE Especial para EL LIBERAL
River Plate, con un gol del colombiano Juan Fernando Quintero en la prórroga y otro de Gonzalo Martínez en el último instante, cuando Boca ya jugaba con nueve hombres por la expulsión de Wilmar Barrios y por la lesión de Fernando Gago con todos los cambios efectuados, se impuso en la final de la Copa Libertadores por 3-1, logró el título más ansiado y tocó el cielo en Madrid, desde donde partirá hacia el Mundial de clubes para completar un ciclo mágico.
Todo se decidió por un golpe de clase de Quintero, el proyecto de gran estrella que nunca alcanza la regularidad necesaria, pero que es capaz de conducir a su equipo a la conquista de cualquier título.
Durante más de media hora, todo el peligro que llegó a las áreas estuvo motivado por errores. Un mal despeje de Jonatan Maidana o un fallo de Leo Ponzio en un control junto al área, que ofreció a Darío Benedetto una falta al borde del área, cuyo rechazo no fue aprovechado por Pablo Pérez (27’), fueron las mejores ocasiones de Boca.
Un par de lanzamientos desde fuera del área, demasiado desviados pese a no tener oposición Ignacio Fernández y Gonzalo Martínez, todo lo que asustó el equipo de Marcelo Gallardo. En ese escenario, se movió mejor el conjunto de Guillermo Barros Schelotto, que como en la ida, aprovechó la mejor ocasión al borde del descanso.
Fue un pase en profundidad de Nahitan Nández que no llegó a despejar Javier Pinola y Benedetto transformó en gol, tras eludir a Maidana y ejecutar a la perfección sobre el achique de Franco Armani (44’).
River tuvo más llegada tras el descanso, se acercó al gol con un disparo de Fernández, ligeramente desviado y antes de la hora Gallardo envió al campo a Juanfer Quintero en lugar de Ponzio, en busca de un chispazo del colombiano para equilibrar la final.
Boca, que se quedó sin Benedetto en el 61, sustituido por "Wanchope" Ábila, no tuvo reparos en vivir el segundo tiempo cerca de su área, en busca de algún contragolpe decisivo, pero también expuesto a que algún desajuste le dejase sin ventaja. Y éste le llegó a tiempo para cambiar el ánimo del encuentro, para que Fernández encontrase con un pase al centro del área a Lucas Pratto y el delantero restableciera la igualdad. La desperdiciaron los de Barros Schelotto, con un libre indirecto dentro del área por juego peligroso de Pinola (82’) y, con el juego constantemente trabado por las faltas, ambos comenzaron a pensar en la prórroga.
Un alargue que, como no podía ser de otra forma en la final más accidentada de la historia, aún deparó un nuevo giro a su increíble historia; nada más comenzar, fue expulsado Wilmar Barrios, que se ganó la segunda amarilla por una innecesaria entrada en el centro del campo sobre Exequiel Palacios.
Boca quedó cada vez más expuesto al talento de River. Y si de talento se habla, nadie mejor que Quintero, el más impredecible, capaz de desaparecer durante muchos minutos o sacar de la galera un disparo a la escuadra para coronar una gesta que confirmó "Pity" con el arco vacío, con Esteban Andrada en el campo contrario, para darle el título a su equipo, para tocar con los dedos el cielo de Madrid y adentrar a su rival en la peor pesadilla.