Lo condenan por matar al primo en el duro "juego de tocatas" luego de beber agua con alcohol de quemar
Los dos sujetos se pelearon a trompadas. La muerte sobrevino por una caída tras recibir un duro golpe. La víctima se lesionó en la cabeza. El agresor quedó sentado esperando a la policía. De "homicidio simple", los cargos pasaron a "homicidio preterintencional".
Un presidiario fue condenado de nuevo ayer, al ser hallado responsable del "homicidio preterintencional" de un compañero de copas, cuya tragedia fue precedida por un intercambio de golpes denominado "juego de tocata".
En juicio abreviado, el juez de Control y Garantías, Fernando Viaña, condenó a tres años de prisión de cumplimiento efectivo a Miguel Ángel Arévalo, apodado "Cachorro", a raíz de la muerte de Rubén Ariel Gramajo, ocurrida el 2 de junio del 2017 en el Bº Santa Rosa de Lima.
Mussi
En su síntesis, la fiscal Celia Mussi desandó la historia. Recordó que "Cachorro" había arribado a la casa de una tía la noche anterior.
Desde ese momento comenzaron a beber agua con alcohol de quemar con Gramajo, quien era su primo y solían compartir comidas y "tomadas".
Al promediar la tarde- noche, los sujetos ya se encontraban perdidos por el alcohol, según lo subrayaron testigos. Uno de ellos propuso hacer el "juego de tocatas", basado en un intercambio de golpes.
Gramajo y "Cachorro" empezaron a trompearse y alguien pegó más fuerte de lo permitido.
Entonces, el juego se tornó en una pelea sangrienta y verídica.
En un momento, Gramajo cayó de espaldas y se golpeó la cabeza. Allí quedó tendido y sin posibilidad de recuperarse.
Homicidio simple
"Cachorro" se sentó en la tierra y aguardó el arribo de los policías, quienes llegaron y lo esposaron.
De movida, el personaje fue imputado por "homicidio simple", reprimido con penas oscilantes entre 8 y 25 años de prisión.
Sin embargo, la autopsia confirmó que el golpe mortal fue accidental, lo cual habilitó al defensor, Osvaldo Pérez Robertti, a pedir un cambio de calificativa.
En efecto, los cargos le fueron atenuados por "homicidio preterintencional", es decir que "Cachorro" mató a Gramajo sin querer.
Por lógica, el presidiario fue excarcelado con duras reglas de conducta que vulneró, ya que no se presentó en la policía como se le ordenó.
La fiscal Mussi pidió entonces que se le revocara la excarcelación y "Cachorro" volvió, resignado, a su "viejo hogar": tras las rejas.
El juez lo condenó ayer, pero se intuye que sumados los meses ya preso, será fugaz su paso por la cárcel.