Las niñitas escuchaban los gritos de la madre y veían las escenas de sexo en la cama
Una de las asistentes sociales que trabajan en la causa manifestó a la Justicia que la perversión se extendía a todos.
"La señora debía tener sexo con el marido en la misma pieza en la que dormían los chiquitos. El hombre la maltrataba y la sometía a prácticas aberrantes. Ella gritaba y todo era observado por los hijos", indicó la asistente.
No por estar postrado o en silla de ruedas, el individuo aminoró su maldad. Da la sensación de que hasta la inoculó en la psiquis de los hijos mayores, no menos violentos.
Una docente reveló que los niños llegaban descalzos y que ellas los ayudaron muchas veces.
"Los mayores llegaron a atar con cadenas a un hermano discapacitado. Lo corrían de la casa. Él agarraba una carretilla y buscaba que lo cobijara un tío. O se metía al monte, a esperar que a los hermanos se les pase el enojo y le permitieran volver a la casa", enfatizó uno de los policías que actuó en la pesadilla.