El reencuentro más esperado

Después de los trámites burocráticos, María regresó a su casa pasadas las 9. "Lo primero que hice fue buscar a mis hijas. Las abracé y les dije que estaba bien. Mi único miedo era saber cómo estaban ellas, por lo que habían visto".

Luego de cerciorarse que las menores estaban bien, la mujer sació su hambre con un desayuno suculento, después tomó un baño reparador y se acostó a descansar.

Una de las hijas de la víctima, que aguardaba noticias de la policía contó: "Estábamos muy nerviosas, se hacía de noche y nadie nos decía nada. Sabíamos que él (por Robles) no le iba a hacer nada porque nunca fue un hombre violento. Sabíamos que estaba pasando hambre, frío, y sed".

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