CONSECUENCIAS

En medio de los rescates hubo una nueva explosión que detuvo las tareas

A última hora de ayer el volcán comenzó a volver a la normalidad, aunque siguen los problemas.

La jornada de ayer estuvo marcada por una nueva explosión que registró el cono de 3.763 metros de altura, que obligó a una suspensión de las labores, y por un sismo de 5,2 grados que sacudió la costa del país.

La Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred) también elevó de 20 a 46 la cifra de heridos, mientras que los afectados suman más de 1,7 millones de guatemaltecos.

El Instituto Nacional de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología (Insivumen) reportó que el volcán está volviendo a su normalidad, pero advirtió que las barrancas de hasta 80 metros de profundidad están llenas de material volcánico.

Además, alertó que las lluvias son el principal riesgo porque pueden causar lahares (una especie de avalancha) de flujo piroclástico, una mezcla de gases volcánicos calientes que se mueve al nivel del suelo.

Aunque el volcán ya bajó la actividad, no se descarta que pueda reactivar la erupción, dijo el secretario de la Conred, Sergio García, quien agregó que se desconoce cuántas víctimas mortales puedan haber debajo de las toneladas de ceniza.

Las brigadas de rescate levantan con sus propias manos las láminas de los techos en busca de sobrevivientes y a veces se apoyan con palas. Junto a los cuerpos también localizaron quemados animales domésticos, entre ellos gallinas.

Por evidentes razones de seguridad, los cuerpos de socorro, con el apoyo del Ejército y la Policía de Guatemala, han establecido un cordón de seguridad en los alrededores del cono, que impide el paso a los lugareños. Solo pueden ingresar los socorristas y periodistas debidamente identificados.

El volcán de Fuego, situado entre los departamentos de Escuintla, Sacatepéquez y Chimaltenango, había generado su primera erupción de 2018 en enero pasado. Este volcán, de 3.763 metros de altura y a 35 kilómetros al suroeste de la capital, provocó en septiembre de 2012 la última emergencia por erupción en el país, causando la evacuación de unos 10.000 habitantes asentados en poblados al sur del coloso.

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