Crimen de María Corvalán: 25 años de prisión a Coronel Quisbert por "homicidio simple y aborto"
La asesinó en julio de 2015 golpeándola con una llave francesa. En el fallo, también fue declarado reincidente.
Los padres de María del Valle Corvalán "bramaron" de furia ayer al grito de "asesino, hdp", al terminar el juicio con una condena a 25 años de cárcel en contra de Martín Coronel Quisbert.
A las 12.30, los vocales Margarita Piazza de Montoto, Luis Eduardo Achával y José Luis Guzmán dejaron caer el martillo de la ley en la triste historia de la mujer asesinada en julio de 2015.
No fue fácil el corolario. La fiscal Marta Ovejero abogó por "homicidio calificado, agravado por su condición de pareja y aborto" con una condena de prisión perpetua, y las defensoras Cecilia Pinto y Mercedes Ibarra se jugaron por el "homicidio simple".
Sin vínculo afectivo
En el fallo, el tribunal condenó a Coronel Quisbert a 25 años por homicidio y aborto, descartando la existencia de un vínculo afectivo con María, lo cual lo hubiera llevado a la perpetua. Los jueces le impusieron el máximo de la figura y además lo declararon reincidente, ya que años atrás, la Cámara del Crimen de 2ª Nominación lo había juzgado y condenado a 9 años de cárcel por "homicidio en grado de tentativa".
Ataque al vecino
En aquella ocasión, Coronel Quisbert protagonizó un incidente con un vecino, durante el cual lo interceptó mientras aquel corría a la vera de la autopista Juan Domingo Perón. Allí, Coronel Quisbert extrajo un arma de fuego y lo hirió causándole heridas de importancia.
Sobrevino un proceso que acabó con una condena a Coronel Quisbert, quien luego recuperó la libertad.
Ayer, ese "pasado" retornó para condicionar su presente y quizá su futuro. Al declararlo recincidente, estará imposibilitado de ser beneficiado con cualquier rebaja. Tampoco podría requerir la libertad condicional cuando cumpla las 2/3 partes de la pena. Por ende, sí o sí, tendrá que purgar los 25 años impuestos por los camaristas.
Recién podría salir en el año 2040. Coronel Quisbert bajó la cabeza, dejó que lo esposaran y, resignado, abandonó el recinto del tercer piso de Tribunales.