Manogasta, un pueblo indio atravesado por el catolicismo

Los actuales pobladores de esta histórica localidad del departamento Silípica, rememoran algunas de las tantas anécdotas que ya existían antes de la colonia, y que atesoran como un valioso patrimonio legado de sus antepasados en el que sobreviven entrelazadas la fe de la religión católica y el temor por casos de brujería en el siglo XVIII.

El histórico templo de Santa Bárbara de Manogasta, el monumento al general San Martín y su paso por el pueblo de Manogasta; los delicados trabajos artesanales, pero fundamentalmente sus costumbres y modos de vida ancestrales, mantienen viva una cultura milenaria.

Los registros históricos muestran que este pueblo originario alcanzó un alto grado de desarrollo comunitario, hasta la llegada de los españoles que los sometieron y lo usaron como encomenderos en los viajes al Alto Perú.

Un pueblo aborigen ubicado a la vera del Camino Real, cuyas posesiones cautivaron a la Corona española, por la riqueza de su suelo, la laboriosidad de su gente y por su posición estratégica. Su nombre, cuyo significado aún se desconoce, aparece en los primeros documentos españoles, ligado siempre a disputas motivadas por la codicia de los conquistadores, por su gran población de indígenas que se convertirían en esclavos. No obstante, el investigador santiagueño Orestes Di Lullo señala que su nombre deriva de los indios que poblaron este lugar en la época de la conquista, "los manogastas". La población estaba un poco más cerca de la ribera, y luego obligada a alejarse por los continuos desbordes del río Dulce. Cuando se afincaron los jesuitas germinó la semilla del esfuerzo común, la organización y la evangelización. Prosperó el ganado y los sembradíos crecieron. Su nombre comenzó a asociarse a la calma y la tranquilidad. Su posta refugió a miles de viajeros, mitigando su cansancio y ofreciendo su solidaridad. Carretas cargadas, carruajes de prelados y políticos, tropas militares, transitaron por este pueblo que a la vera del Camino Real, fue testigo mudo de un trozo de la historia de Santiago del Estero y el país.

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