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"El corral de pircas" y los vestigios de una cultura milenaria

Desde restos de urnas funerarias, fragmentos de cerámica, utensilios y puntas de proyectil de piedra, hasta una presunta partera donde “las indias daban a luz”, son algunos de los elementos que aparecieron desperdigados sobre el viejo cerro de Villa Guasayán.

Aquellas primeras evidencias arqueológicas dieron con algunos morteros y un “piso” de lajas; este último ya destruido por el paso de los animales que pastan en la zona. Siguiendo el sendero principal se encuentra una “pirca”, y continuando el ascenso se distinguen dos estructuras denominada por los pobladores como “corrales”. Según el investigador del Conicet y de la Universidad Nacional de La Plata, Luis del Papa, se trata de “estructuras que nunca fueron excavadas por los arqueólogos”, pero son conocidas por los lugareños, cuando hacen referencia a las casas que construyeron los indios. “La técnica constructiva empleada era simplemente el apilamiento de una roca sobre otra”, amplió el investigador.

Según algunos pobladores de Villa Guasayán, la estructura era más extensa, pero por diferentes motivos se retiraron las piedras. El derrumbe de las paredes se produjo hacia ambos lados de las mismas, hecho que dificulta la estimación de la altura original.

Según explica Clemira Fernández, los cimientos de las antiguas casas que se derrumbaron “no tuvieron algún tipo de protección para preservar los cimientos”. Pero a ello, la joven Patricia agrega que las bases de las antiguas construcciones de piedras hoy “fueron quitadas por gente que no conocemos para hacer la base de nuevas casas”, en otro lugar alejado del sitio arqueológico.

También en el relato oral de los pobladores, los vestigios del “corral de pircas”, sirvió presuntamente del resguardo de los antiguos pobladores prehispánicos porque “eran atacados por los malones”.

“La gente encuentra restos de hacha de piedra, que algunos fueron a parar al museo. Antes era común encontrarse con más cosas, pero la gente no cuida. Muchas cosas se robaron”, reconoce doña Clemira.

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