Los guardianes del tesoro indígena que renace entre las pircas del cerro
Los custodios naturales de los pocos vestigios que quedan de la cultura aborigen abogan por la protección del histórico sitio que, junto a las sierras de Sumampa y Ambargasta, representa uno de los lugares arqueológicos de mayor importancia en nuestra provincia.
“Estamos caminando por donde ellos caminaron”, explica doña Clemira “Paca” Fernández, guiada sólo por la certeza de la transmisión oral que supo recoger de sus antepasados, aquellos primeros habitantes que en la antigua Villa Guasayán supieron vivir de la caza de animales y lo que la naturaleza les brindaba a su paso.
En el extenso paisaje geográfico de las serranías de Guasayán, florecen sobre su espesa vegetación desconocidos sitios que alguna vez estuvieron poblados por asentamientos indígenas prehispánicos, conocedores naturales de los secretos que guardan las pircas entre los cerros, hoy protegido, por sus pobladores originarios.
Allí donde sus ancestros entretejieron su historia de vida hasta fundar una identidad cultural que resistió por milenios, a pesar del implacable paso del tiempo, los guardianes del gran tesoro patrimonial de Villa Guasayán evidencian un gran interés por preservar lo poco que quedó de reliquia. Lamentablemente, el afán desmedido de los buscadores de “tesoros” llegó a destruir parte de ese patrimonio que el gran cerro abrazó durante siglos, como testimonio vivo de los antiguos hijos de la tierra. La población actual de Villa Guasayán se encuentra al oeste del circuito de la serranía, en el departamento Guasayán, a mitad del trayecto entre Santa Catalina y Las Termas de Río Hondo, sobre la Ruta Provincial N° 3.
La celebración de la Pachamama desde el primero de agosto, seguido por la fiesta patronal de Nuestra Señora del Tránsito que se celebra el 15 de ese mismo mes, representan las dos festividades más importantes en la villa, expresado en una clara hibridación de la cultura indígena y la española, que confraterniza al pueblo desde la fe y el agradecimiento a la tierra por todo lo que les da. Principalmente las madres guasayaneras anhelan rescatar la tradición ancestral del hilado, para preservar y proyectar en el tiempo las milenarias prácticas artesanales, y de esa forma ir en contra de toda posibilidad de que ciertos hábitos modernos en los más jóvenes borre por completo lo que alguna vez sus ancestros supieron crear con refinada dedicación.
“Hay muchas cosas que se perdieron, sería lindo recuperar algunas cosas de la artesanía que ellos (las comunidades indígenas) practicaban”, asiente doña Paca, respaldada en la iniciativa por Patricia, joven vinculada al mundo de los pequeños emprendedores de Guasayán. “Esto es parte de nuestro lugar y queremos que hasta el turismo pueda conocer la riqueza de este sitio”, resalta “Paquita”, como algunos la llaman de cariño, reconociendo además el aprovechamiento de los recursos naturales que brinda el cerro y su imponente paisaje natural.