Para la familia de Débora Pérez Volpin hubo "mala praxis"
Fue incesante la llegada de familiares, amigos, conocidos y seguidores de la conductora que murió el último martes.
Cientos de personas se hacían presentes anoche en la Legislatura porteña. Cada uno dejaba sus muestras de afecto y dolor para despedir a Débora Pérez Volpin (50), que murió el miércoles mientras le practicaban una endoscopía.
Entre ellos estaba Marcelo Funes, ex pareja de la periodista y legisladora porteña. Según reflejó el diario Clarín, el hombre expresó su dolor por la sorpresiva muerte, pero también su indignación: "Si bien no podemos afirmar nada, todo indica que fue mala praxis. La familia no va a descansar hasta no saber qué pasó. Estamos haciendo lo que hubiese hecho Débora: investigar hasta el final".
Cuando se le preguntó por los pasos a seguir en materia legal, dijo: "Lo extraño es que los médicos no dieron muchos argumentos. Sólo dijeron que hubo una complicación y que tuvo un paro. Se tomaron cinco minutos solamente. Pero yo no estoy llevando los asuntos legales, sólo estoy llorando".
A su alrededor seguían llegando amigos, colegas y seguidores para despedir a Pérez Volpin. Nadie llevó el registro de cuánta gente pasó, pero la cola fue constante y nunca bajó de las 30 personas. "Circulen, por favor, para que pueda entrar más gente", fue el pedido que repitió a cada minuto el personal de seguridad y de ceremonial y protocolo. Un jubilado lloraba desconsoladamente, una mujer llevaba un rosario hecho con sus propias manos y otra escribía oraciones a mano en un cuadernito celeste, para entregarle a la familia.
Enrique Sacco, viudo de la periodista y legisladora porteña, se mantuvo inmóvil al lado del cajón cerrado y rodeado de flores, recuerdos y todo tipo de ofrendas. Recibió el pésame de cada persona que se acercaba, en una larga jornada sin consuelo.
El enorme espacio del edificio de la Legislatura estuvo repleto de coronas.
La madre de Pérez Volpin se descompensó a poco de llegar, pero fue rápidamente asistida. El resto de la familia de a ratos se mantenía alejada de la prensa en un salón aparte, pero no por mucho tiempo. A cada rato volvían a colocarse alrededor del féretro, en un sinfín de llantos, abrazos, besos. En cada lateral, una fila de gente esperaba para sumarse a la despedida.