El vestuario, a puro ingenio casero
A diferencia de los actuales, el vestuario de aquella época era a puro ingenio y originalidad de los participantes: de ancianos graciosos, mendigos ingeniosos, diablos, damas elegantes, algunas improvisadas pelucas y máscaras.
La cuestión era impactar, salir de lo común, ser la estrella de la noche acompañados por los sones de la banda de música.
Un carnaval con identidad casera y pueblerina sin la influencia de costumbres extranjeras. Un carnaval donde la gente se reflejaba en sí misma. Por supuesto que se celebraba con los tradicionales pomos de plomo cargados con agua perfumada, ramitas del albahaca, flores y harina, para echarle a los animadores principales del baile.