Dos primitas de 10 y 11 años fueron ultrajadas sexualmente por tres familiares directos
La fiscal Cecilia Rímini pidió las detenciones de los tres sujetos. Una de las niñas confió a la fiscal: “Mi primo me ataba las manos y tapaba la boca; me pegaba para que no cuente nada”.
Una comisión policial buscaba anoche a tres individuos, acusados de violar a dos primitas en los últimos tres años en Taboada.
Por donde se la mire, la historia de las dos niñas de 10 y 11 años provoca estupor, indignación y tristeza. La fiscal Cecilia Rímini lleva la investigación con su equipo de colaboradores en la ciudad de Añatuya.
Las protagonistas son dos nenitas que quedaban al cuidado de familiares, ya que sus madres debían ausentarse por trabajo.
Dos semanas atrás, la maestra de una de ellas llamó a la madre y le informó sobre conductas raras en la nena. Los docentes sospechaban que pudiese estar embarazada.
Tarea médica
La llevaron a una consulta médica y ahí fue donde la menor le confió su odisea una profesional: “Un primo y dos tíos me hacen la mala palabra”.
Urgente, la madre formuló la denuncia y la fiscal puso manos a la obra. Los acusados son efectivamente un sobrino y dos hermanos menores de la madre de la víctima, trascendió.
En Cámara Gesell, la niña relató: “Ellos me hacen cosas desde los 8. Mi primo (de 17) me ata las manos y me tapa la boca para que no grite. Y me pegan para que no diga nada”.
“Cuando mi tío me agarraba en las noches, mi primita veía todo. O la buscaba a ella y a mí me obligaba a ver lo que le hacían”.
Informe médico
Al día siguiente de la consulta realizada, otro médico descartó que la nena estuviese embarazada, pero confirmó “abusos sexuales de antigua data”.
La fiscal Rímini apuró los trámites y requirió allanamientos a la jueza de Control y Garantías, María Teresa Gerez de Sincovich, se supo.
Rápida, una comisión policial partió tras los personajes, a quienes la Fiscalía atribuiría “abuso sexual con acceso carnal agravado por el vínculo”.
El escenario legal delataba un problema de urgente solución.
Triste noticia
La segunda víctima no habría confesado su calvario a la madre y, por ende, la Justicia articulaba los medios para informarle sobre el proceso.
Aún sin verbalizarlo, los investigadores necesitarían también una denuncia de los padres de esta pequeña.
Mientras, se aferraban a la presentación firmada por la madre de la menor de 11 años, quien hoy recibe asistencia médica y contención psicológica.
“Uno de mis tíos mandaba a dormir a sus hijos. Me llevaba a la cama y me hacía cosas; nadie escuchaba. Él me tapaba siempre la boca. Se enojaba mucho porque yo lloraba...”, dijo.
“Mi mami no se daba cuenta. Pero no podía contarle porque me pegaban mucho y yo les tenía miedo. Debía callarme”, enfatizó.
Calamidades no tan desconocidas
Los funcionarios trabajaban anoche vestidos de civil, resueltos a evitar que los tres parientes sospecharan que sus terribles secretos ya son conocidos por la Justicia.
La fiscal Rímini aguardó paciente nutrirse de pruebas científicas y éstas hoy sustentan procedimientos que podrían desembocar en la detención de los tres individuos.
Al menos uno ya tendría hijos, según deslizó la niña que desató el escándalo en los tribunales añatuyenses.
Se interpreta que representa la antesala a un bochorno mayor, cuyos cimbronazos, especulan, hasta pueden rozar a más familiares directos. ¿Por qué? Una corriente policial duda que los otros parientes hayan ignorado las calamidades sexuales padecidas por las dos primitas huérfanas de protección.