LAS TERMAS

Lapidarios con "Bernacho", psicólogos y asistentes sociales

Restan pocos testigos: después se vienen los alegatos. Podría ser condenado a 20 años de prisión.

Domingo "Bernacho" Bulacio comprende sus actos y, por ende, puede recibir hasta 20 años de cárcel por los vejámenes sexuales a su hija Antonia.

Así lo revelaron los psicólogos, al declarar en el juicio y subrayar que el sujeto entiende sus acciones.

"Bernacho" cayó preso en el 2015. Fue un hijo de Antonia quien reveló a un "amigo" que el abuelo le hacía cosas malas a la madre.

Así, la Justicia descubrió que durante 22 años, éste violó y mantuvo casi esclavizada a Antonia.

En las audiencias, las palabras más citadas fueron "desnutrición de niños", "incesto", "precariedad", "vulnerabilidad", "sumisión" y "sometimiento".

Voluntad anulada

Para la Fiscalía, la voluntad de Antonia estuvo anulada durante dos décadas.

Es más, se sabe que cuando estalló el escándalo, la mujer fue llevada al monte y obligada a ocultarse en una casa humilde.

Allí, uno de sus hijos sufrió principio de insolación. Los amigos de "Bernacho" preendían evitar que la Fiscalía realizara los análisis de ADN a los siete hijos de la mujer, de 31 años.

Antonia jamás fue a la escuela, tampoco hizo la comunión ni la confirmación.

En su relato, recreó que a los 6 o 7 años su madre la dejó a merced de "Bernacho", un hombre que no sólo no trabajaba, sino que también utilizaba el dinero que ella cobraba en concepto de asignación universal.

Qué ve la defensa

Enfrente, el defensor de "Bernacho" prepara sus recursos para utilizarlos en los alegatos.

Sin embargo, los expertos conjeturan que el pecado que puede endilgarse a "Bernacho" es el incesto.

Es decir, se especula que el defensor intentará convencer al tribunal que padre e hija vivieron una relación consentida.

Sin embargo, desde esa línea de razonamiento quiza le resultará complicado fundar y establecer cómo una niña de 6 o 7 años acordó con su papá tener sexo y vivir como si fuesen una pareja.

Mal que le pese, también la defensa deberá transitar, cuesta arriba, una batería de pruebas científicas y testimoniales: "Mi mami lloraba cuando el abuelo le hacía cosas. Nos decía chicos no miren, no miren", enfatizó uno de los chiquitos en cámara Gesell.

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