Cronología de la muerte en manos de dos jóvenes fríos y con "cero" culpa

26 de junio: Daniel Amaya es detenido en Villa Minetti, al intentar huir de la policía santiagueña. Antes, habría enviado whatsapp a su familia sugiriéndole detalles de la tragedia.

6 de julio: declara y confiesa el asesinato su sobrino Benjamín Kasinsky. Previo, la Fiscalía se nutre de las sábanas telefónicas que desnudarían infinidad de whatsapp entre la víctima y su novio Amaya.

22 de julio: la jueza de Control y Garantías, Gladys Lami, dicta la prisión preventiva para Amaya y Kasinsky, al considerar que había indicios de que son los autores del crimen de Dalma Barreto y que en libertad, ambos podrían entorpecer la investigación.

13 de octubre: la Cámara de Apelaciones desestima las nulidades planteadas por la defensa de Amaya y confirma la prisión preventiva. El sobrino no apeló. Madre y hermana de Dalma viajan a la Capital, pero no pueden participar de la audiencia trascendente.

23 o 24 de octubre: la Justicia de Añatuya se apresta a responder el pedido de prórroga de la prisión preventiva de Amaya y Kasinsky.

Lo que viene: de ahora en más, la Fiscalía procurará armarse de más pruebas científicas, en pos de ser contundente cuando deba requerir la clausura del proceso y su elevación a juicio. Es probable que dado al tiempo, la etapa final llegue en los primeros meses del 2018.

Batalla final: hoy asoma imprevisible la posición que adoptarán Amaya y Kasinsky, aún cuando Dalma murió por conductas estrechamente ligadas entre su novio y el sobrino.

Muy por debajo, el entorno de Amaya reconoce que tal vez éste sobreviva (léase, aspire a una pena menor a la perpetua) siempre y cuando le "suelte" la mano del todo a Kasinsky.

Pero a la vez, advierte que Kasinsky, asumido "olvidado", es capaz de todo. La expresión intenta graficar que Kasinsky puede abrir la boca y proveerle mayores elementos a la Fiscalía y condenar por adelantado la estrategía de su tío remiso.

Desenfado y risas: ajenos a los vericuetos legales, Amaya y Kasinsky hoy caminan por tribunales y hasta disfrutan de la exposición. Ríen y murmuran frente a jueces y fiscales. Hasta pareciese desbordarlos una ansiedad: la de salir pronto a la calle, ¿ignorando? que cada día están más dentro que afuera.

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