COMPLICADO

Tras la cámara Gesell, Jonathan Fabbro, fue acusado de violar a su ahijada

Una psicóloga del Cuerpo Médico Forense de la Corte Suprema dictaminó que el relato de la presunta víctima, hoy de once años, es altamente verosímil y que la niña no fabula.

El martes 8 del mes pasado, H., de apenas once años, ingresó a una sala especial del Cuerpo Médico Forense, que depende de la Corte Suprema, ubicado en un edificio de la calle Lavalle. Se esperaba que respondiera preguntas, que declarara en el contexto y mecanismo especial de una cámara Gesell.

Su padrino, el futbolista Jonathan Fabbro, habría abusado de ella, en la casa de su abuela y en el auto del mediocampista, ex River y Boca, ex Cerro Porteño, pareja de la modelo Larissa Riquelme. Los abusos no habrían sido en una sola ocasión, sino sostenidos en el tiempo; habrían ocurrido durante al menos cinco años.

La niña primero se lo contó a su madre, luego su madre lo denunció a la Comisaría N° 52 de la Policía de la Ciudad, lo que disparó una causa en el Juzgado N° 32 del doctor Santiago Quian Zavalía, motorizada por el abogado querellante Gastón Marano, en representación de la menor. Fabbro, por su parte, contrató un defensor, el abogado Fernando Burlando, y a un perito de parte, Mariano N. Castex, uno de los expertos forenses más reconocidos de la Argentina.

La cámara Gesell de H. (nombre ficticio para identificar a la menor) fue presenciada por el abogado Marano, por el perito Castex, por el perito de parte de la querella, Alejandro Basile, por el juez Quian Zavalía. Pero, del otro lado del vidrio espejado, la única interlocutora de la menor fue la psicóloga de la Corte Suprema a cargo de la pericia. El resto oyó, detrás del vidrio grueso, lo que H. decía a través de parlantes.

H. habló firme, resuelta. Respondió las inquietudes de la defensa de Fabbro que fueron transmitidas a la psicóloga, y preguntas de la psicóloga misma. Escribió parte de su relato. También, graficó con muñecos los supuestos abusos cometidos por su padrino. Finalmente, ambos peritos de defensa y querella firmaron el análisis, en conformidad con la metodología.

La psicóloga del Cuerpo Médico Forense aseveró que los dichos de H. son "verosímiles" en un muy alto grado y que la menor no fabula.

La calificación del expediente en el Juzgado de Instrucción N° 32 es la de abuso sexual con acceso carnal agravado por el vínculo. En el caso de que el mediocampista sea juzgado y encontrado culpable podría recibir hasta 20 años de cárcel.

En el expediente ya consta, por ejemplo, la declaración testimonial de la madre de H. que reproduce lo que habría sido un relato de la menor. "Yo me dejé, le dije a todo que sí, cuando me besa, como si fuera mi novio, porque tenía miedo a que me hagan algo pasaron esas cosas. La última vez me tocó las tetas y le dije que no se pase. Me daba semen y lo escupía, me daba besos y me tocaba la vagina", aseveró la menor, en boca de su propia madre. También, algo mucho más difícil de relativizar para cualquier defensa: una serie de chats de Whatsapp entre Fabbro y H. El tono es por lo menos llamativo. Es decir, nadie le habla así a su ahijada.

"Mandá fotos", le dice el futbolista a su ahijada en un mensaje. "No da", le respondió ella: "Pedile esas cosas a tu novia", le reprochó, en referencia a su pareja, la modelo Larissa Riquelme. "A mi novio tampoco le mando fotos así", dijo luego la menor. "Perdón, pero me parece que no da", le contestó ella. Luego, Fabbro se puso un poco insistente. Comenzó con emoticones, caras tristes, de llanto, caras de ansiedad. "¿Tenés jeans? A verlooo", dijo el jugador, antojadizo. "No, pollera", respondió ella. Finalmente, la niña le envió dos fotos a su padrino futbolista, ninguna en una pose sensual, ninguna imagen provocativa.

a conversación ocurrió en abril de este año. Fue descubierta por el hermano mayor de H., de 17 años, que le informó a su mamá, lo que disparó la denuncia y la causa en el Juzgado N° 32. Por lo pronto, el iPhone 5 de la menor fue entregado a la división Cibercrimen de la Policía de la Ciudad para ser peritado.

Fabbro tiene cierta suerte hasta ahora. El abogado Marano pidió su arresto al juez Quian Zavalía en julio pasado, al enterarse de que el futbolista estaba en Buenos Aires. El mediocampista ya había vuelto a Paraguay para cuando la orden estaba presentada en mesa de entradas.

Por lo pronto, no hay un pedido de indagatoria, o una orden de arresto formalizada. Fabbro está lejos, por así decirlo, con un nuevo trabajo. Ayer por la noche debutó con su nuevo equipo, el Lobos BUAP de Puebla, México. 

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