MONS. ENRIQUE MARTÍNEZ OSSOLA

"Tenemos que ser siempre una Iglesia atenta, ver quién falta"

Antes de la bendición final, Mons. Martínez Ossola dio un emotivo mensaje a la diócesis de Santiago del Estero y también al pueblo riojano que lo acompañó en la Catedral. "Todo empezó en Córdoba, que me dio la vida, la fe y la vocación. En La Rioja me consagraron sacerdote, apoyado, como decía monseñor Vicente, en esa bendición de cruz martirial de una vida entregada de monseñor Enrique Angelelli, y de tantos otros. Maduramos con una Iglesia golpeada y perseguida. Creo que este episcopado es un fruto maduro de tantos años de dolor y esperanza", resaltó el prelado. Monseñor "Quique" recordó también su paso por La Rioja, donde envió su agradecimiento. "Tengo sentimientos de gratitud profunda para todas las comunidades donde me tocó vivir. En todas y cada una de ellas fui profundamente feliz. Y espero ser feliz aquí en Santiago. Ser feliz no es lavarse las manos y pasarla bien, cerrando el corazón. Me tocó compartir alegrías y tristezas, esperanzas y cansancios, luchas, derrotas, el dolor de la muerte, la alegría de los nacimientos y bautismos, la esperanza de bendecir los casamientos, las primeras comuniones, las confirmaciones, toda la vida. El ritual y al mismo tiempo las cosas simples, la cancha, el mercado, el supermercado. Compartiendo la vida uno aprende. Por eso me declaro deudor de Córdoba y La Rioja. Y me seguiré endeudando también en Santiago porque esa rica historia, de compartir la riqueza y la complejidad de la fe, es parte de la historia que me toca vivir como presente y futuro", dijo. Martínez Ossola sostuvo que "aquel que duerme sobre los laureles, los pone donde no corresponde. Entonces, tenemos que ser siempre una Iglesia atenta, ver quién falta, no conformarnos con los que están dentro del corral, sino salir a buscar a los que están afuera. Entonces descubrí que el protagonista de esto es el Señor Jesucristo, Él nos anima y mueve". "Auguro siempre esta esperanza de que todos podamos unirnos a la Virgen María y celebrar a ese Dios que obra maravillas en nuestra pequeñez. A ella, aquí Madrecita de Sumampa, y en nuestro norte argentino la Virgencita del Valle, aquí este Cristo de Mailín que en La Rioja lo adoramos como el Niño Alcalde, que nos dejó San Francisco", añadió el obispo auxiliar. Asimismo, dijo que viene "a colaborar para que en la Iglesia de Santiago, como lo hicimos en La Rioja, intentemos descubrir siempre esa vida de Dios que brota más allá de las cruces que son parte integrante nuestra vida", resaltó. El nuevo obispo auxiliar agradeció a monseñor Bokalic. "Mi misión es acompañarlo en esta tarea que exige mucho desgaste, movimiento, en una diócesis extensa, numerosa y que tiene mucha vida", sostuvo. "A mis amigos de La Rioja, gracias por su presencia y el cariño. El amor no se acaba con la distancia. A todos los voy a tener presente en mi corazón. Y a partir de ahora soy un santiagueño más", cerró el prelado.

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