HISTORIAS

San Lorenzo de Tostado vive su propia revolución por Lucas Alario

"Con la plata podríamos hacer cualquier cosa", dice el presidente del primer club de Alario; los padres del goleador viven enfrente de la sede.

San Lorenzo de Tostado, un club de 1500 socios, que suelen pagar 80 pesos por mes, sin contar con los aranceles específicos de cada deporte, hace malabares con los ingresos. Lo que entra, sale. El alquiler de sus señoriales instalaciones representa un cheque en blanco para los vecinos. Los gastos abruman: sueldos para los empleados, para los entrenadores, servicios, impuestos.

Tostado es una ciudad de 15.000 habitantes, ubicada a 330 kilómetros de Santa Fe, y San Lorenzo, su club de toda la vida: el 6 de mayo de 2018 será su centenario.

Lucas Alario no es, solamente, una posible revolución monetaria. Es su hijo pródigo. Creció, maduró, se hizo hombre, rodeado de pelotas y goles de todos los colores. Allí le enseñaron a no jugar descalzo, su locura juvenil. Es tan grande su historia en el rojinegro, que se creó el primer Torneo Nacional de fútbol Lucas Alario. El certamen se jugará entre el 8, 9 y 10 de diciembre, en el predio Juan Francisco Chiapello. Colón, River y Belgrano, se dice, van a mandar algunas promesas. La bandera gigante ya fue estrenada: en ella, se lee "Haciendo historia, 100 años", en el centro; en los bordes, el escudo del club, tapizado de rojo y negro; y un grito de gol de Lucas, un dibujo de colección.

La cancha tiene una sensible mejora: hay césped en donde había barro, se construyeron vestuarios nuevos, se renovó la utilería y se reformaron las canchas auxiliares. Esa pequeña gran revolución se la debe a Lucas, que a los 17 años fue vendido a Colón en 200.000 pesos. Con una cláusula de estadista visionario: conservar el 20 por ciento de lo que reciba el sabalero cuando se resuelva una venta al exterior. Por ejemplo: Colón, el dueño del 40%, recibiría 7,2 millones de euros; 1,44 millones irían para la pequeña entidad de Tostado. Aunque descreen de números concretos, intuyen que van a quedarse con un millón de esa moneda, más o menos.

"Nosotros tenemos un derecho económico por Alario que vamos a hacer respetar", cuenta Luis Acosta, el presidente, que conoce a Alario desde pequeño. "Acá lo vimos nacer. Cuando juega Alario, todos nos ponemos la camiseta de River", asume el presidente, que ya había hecho cuentas cuando pasó volando la millonaria propuesta de China. El dato había provocado escalofríos: iban a ingresar 20 millones de pesos. Ahora, la cifra puede ser aún mayor, pero no hay espacio para locuras, como un nuevo estadio o la reforma estructural de la sede social. Como canchas nuevas de básquetbol y hockey, por ejemplo. "Primero, vamos a defender nuestros derechos. Después, lo que hagamos, será una charla abierta entre la comisión directiva y los socios", aclara, envuelto en la efervescencia. Mientras, pisan la tierra: hay que vender las rifas para llegar a fin de mes.

Abel y Mónica, los padres de Alario, viven enfrente de la sede social. Charlan seguido con las autoridades, comparten recuerdos, anécdotas del chico de la portada. "Todo es mérito de él; nosotros solo tuvimos la lucidez de firmar un documento", acepta el presidente.

Se construyeron dos canchas de bochas sintéticas, que representan un salto de calidad. El Estado, en este caso, le dio una mano a una entidad que construye el día a día con lo que tiene en el bolsillo. "Con la plata del pase podríamos hacer cualquier cosa, pero somos muy cuidadosos. Estamos a la expectativa", insiste Acosta. Cerca de los 100 años, San Lorenzo ya empezó la fiesta inolvidable.

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