Aguardan informe de autopsia en el homicidio de la menor Dalma Barreto
El 25 de junio Dalma Barreto recibió un tiro en la cabeza. La tecnología delató al tío y al sobrino.
A Daniel Alejandro Amaya y Nelson Benjamín Kasinsky pareciese "condenarlos" la tecnología, sus propias confesiones y las sábanas telefónicas.
Uno y otro son sospechosos de pergeñar y materializar el asesinato de Dalma Barreto que estaba embarazada por lo que también perdió pereció su bebé en gestación. Por esta tragedia, la fiscal María Emilia Ganem "cuenta las horas", ávida del informe de la autopsia esclarecedora.
"Homicidio calificado en virtud del vínculo preexistente y violencia de género", son los cargos.
Kasinsky confesó que la mató el 25 de junio de madrugada, pero aclaró: "Sólo quería asustarla".
Mal que le pese a su tío, Kasinsky ahondó que planificaron juntos todo.
Por ahí sobrevuela la jugada de la defensa de Amaya, resuelta en despegarlo de los actos del sobrino.
Por lo pronto, ni bien finalice la feria Amaya ampliaría la indagatoria y cargaría duro contra Kasinsky.
Éste, en tanto, espera en silencio en su lugar de detención (Añatuya).
Por donde se lo contemple, emerge como un personaje misterioso: mató por el tío y desplegó todo un ardid, solo desbaratado por la tecnología.
Esa madrugada, habría destruido su celular; después, envió sms al tío desde el aparato de Dalma, al que también rompió.
Sin embargo, ello no borró sus huellas en la tragedia: cada uno de sus actos han sido delatados por las sábanas telefónicas. Esas que le quitan el sueño, también, a su tío Amaya.
Allí se depositan los esfuerzos de la defensa: en tumbar las pruebas tecnológicas, las que pueden asomar lapidarias en el juicio.
Las teoría de un crimen accidental, sin Amaya gatillando el arma homicida, emerge como estrategia de bajo vuelo, imposible de prosperar en un tribunal.
Por debajo, la defensa de Amaya así lo "digiere" y entiende que para intentar salvarlo, debe abandonar a su suerte a Kasinsky.