Las últimas horas de "La Tota" Santillán antes de su detención
Estaba desesperado, angustiado, perseguido y sin dinero. Acusó a su ex suegro de estar vinculado con Jorge Castillo, el "Rey de La Salada".
Daniel "La Tota" Santillán (49) repetía a su círculo íntimo, en las últimas semanas, una frase terrible: "Están por lograr que me pegue un tiro".
Según el abogado del conductor, Roberto Casorla, los últimos días del artista fueron "un calvario" porque estaba a punto de ser desalojado del departamento del barrio de Villa Crespo en el que vivía.
El propio Santillán subió videos a las redes sociales en los que narraba su desesperante situación, ya que le llegaron a cortar la luz y el gas.
"A las nenas las vio por última vez el viernes pasado porque estaba en pleno proceso de revinculación. Ahora le están haciendo una guerra y vive un calvario. Ya le habían inventado denuncias. Este brote psicótico es resultado de todo esto", aseguró Casorla.
El ex juez Julio Cruciani fue quien vio por última vez a Santillán horas antes del episodio del que fue protagonista ayer el mediático.
"Pongo las manos en el fuego por él, que hoy por hoy no es poca cosa", dijo el ex magistrado a Teleshow, y agregó que La Tota "es una muy buena persona, fuera de lo común, alguien que nunca negó su origen humilde".
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Contó que cerca de las 7 de la mañana del viernes Santillán lo llamó por teléfono sollozando y un rato después se acercó en taxi hasta su domicilio, en el barrio porteño de Recoleta.
"Yo lo recibo y lo noto muy preocupado. Al principio pensé que estaba exagerando. Me decía que no tenía dónde vivir, me pedía un lugar, yo no podía creer porque sé que es alguien que trabaja bien. Incluso llegué a darle mil pesos y ahora me arrepiento porque podría haberle dado más", indió.
Luego de conversar con el conductor y de contenerlo durante toda la mañana, lo invitó a almorzar al bar La Rambla, en la esquina de Ayacucho y Posadas, cerca de las 15.
Cruciani relató que al llegar pidieron unos sándwiches. Al rato Santillán dijo que iba al baño y el magistrado se quedó en la mesa leyendo un diario. Al cabo de unos minutos, descubrió que el referente de la movida tropical había desaparecido. Desesperado, intentó llamarlo a su celular pero fue en vano. Por la noche el ex juez, ya en su casa, vio por televisión lo que había ocurrido.