Las diferencias entre el cuento y la novela

Stephen King en su libro “Mientras escribo”, dice: “A menudo vislumbro el desenlace, pero nunca he exigido a ningún grupo de personajes hagan las cosas a mi manera. Al contrario, quiero que vaya a la suya. En algunos casos el desenlace es el que tenía previsto, pero en la mayoría surge como algo inesperado”.

Más frecuentemente es la confusión entre el cuento y el relato, porque es más difícil distinguirlos por su mayor similitud. Se dirá que esto es imposible, por cuanto la literatura no es una ciencia.

En una conversación, como en una novela, cuando alguien refiere un hecho más o menos extenso o una serie de sucesos reales o que se suponen verídicos, generalmente no se dice que cuenta, sino que relata.

El relato tiene un significado mucho menos estricto, literario y artístico que el cuento y un sentido más real, más detallista, menos artificioso. Casi siempre, un relato se copia; un cuento se inventa. Frecuentemente el relato es un crónica. El cuento casi nunca lo es.

El cuento es una obra de arte concebida, realizada y muy especialmente, terminada. Aunque sea mucho menos verosímil que el relato. El relato, como muchas novelas, puede extenderse ilimitadamente, e inclusive puede el lector imaginarle el fin que más le guste (cosa posible mientras los personajes o el protagonista continúen vivos o “presentes”). Pero esto es sumamente difícil, si no imposible en un cuento. Porque en un relato, como en una novela, el final puede o no ser importante. En un cuento es fundamental: a veces lo es todo.

Para un buen relato se requiere mucha retentiva. Un cuentista cabal tiene eso y algo más: mucha imaginación y capacidad creadora. Un buen relato, para serlo, es suficiente que sea ameno y que contenga todas las apariencias posibles de realidad. A semejanza de los acaeceres cotidianos, no interesan especialmente cómo empieza y cómo termina. Un fragmento de una vida o de una novela, puede ser un relato. Cualquier relato por muy extenso que sea, es comúnmente, una parte. Cualquier cuento, por breve que sea, es un todo. El cuento es, con respecto al relato, a la crónica y a la novela corta, lo que la flor y el fruto en relación al árbol: la quintaesencia, la suma de la belleza y la perfección en el menor espacio posible. La matemática y armoniosa fisiología del cuento es una sinergia tan ardua de lograr como pretender que marche un reloj al que le falta cualquiera de sus aparentemente, insignificantes piecitas. No obstante, la equivocación entre cuento, relato y novela corta suele ser tan frecuente y grosera que para muchos escritores los tres géneros son idénticos.

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