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Mirá estos tips para acompañar la adaptación de tu hijo al jardín

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Empezaron las clases y para los primerizos se presentan cientos de interrogantes. Tanto a las mamás como a los hijos, esta situación les generan sentimientos y se modifican de forma directamente proporcional según la respuesta de cada uno ante esta nueva etapa.

Una psicóloga, de nombre Lorena Ruda, explicó a un sitio referido al tema que "los niños son rutinarios. Probablemente su vida esté medianamente organizada, con una rutina establecida tanto de horarios como de lugares y personas que cuidan de ellos. Hace dos o tres años que van a lo de la abuela, a la plaza, al supermercado, la otra abuela, o algún tío. O bien va una persona a la casa a cuidarlos mientras mamá y papá hacen sus cosas. De pronto llegan al jardín y un mundo nuevo comienza".

¿Cuánto tarda un adulto en sentirse cómodo en un trabajo nuevo, con compañeros nuevos, jefe nuevo, lugar nuevo, baño nuevo? "El niño sale de su tranquilizadora rutina para comenzar una nueva donde, además, tiene que aprender a socializar, a compartir (sobre todo a la maestra), a esperar, a sentarse a merendar, a ser uno más y no el nene/a más lindo/a de todos. Pero la adaptación no es sólo adaptarse a la situación nueva sino que, simultáneamente el niño transita un proceso de separación de mamá", explicó la especialista.

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Ocurre que ya para los dos años empieza a consolidarse lo que llamamos el "yo", un ser independiente, diferenciado no sólo de la mamá sino también de los pares. "El jardín pone de manifiesto que la díada mamá-bebé comienza a separarse, evidencia ante el niño que la mamá tiene deseos de "otra cosa", y eso es vivido con angustia ya que hasta ahora esa madre estaba colmada por ese niño, sintetizó Ruda.

"Lo ideal es que el niño pueda relajarse en ese lugar y jugar sin estar esperando que vuelva mamá, sin sentir que lo abandona. Tiene que poder confirmar que mamá se va pero vuelve, y para esto es necesario el período de adaptación. Y lo cierto es que si en los primeros intentos de separación el niño es consciente de esto, se va a angustiar y más se va a aferrar, hará síntomas físicos, eso es sano. Hay casos en que los niños no registran este proceso y no patalean, ni gritan, ni lloran. Pero ojo, eso no quiere decir que haya una verdadera adaptación. En algún momento se darán cuenta y el llanto aparecerá. O quizá llegan a la casa y están enojados, pegan o muerden", detalló.

Ya cuando estén solos con la maestra, cuando sepan qué actividades tienen cada día, cuando puedan anticipar "ahora viene la merienda", cuando internalicen a sus compañeros, a la maestra, van a poder también disfrutar de estar ahí, en ese lugar que elegimos para que ellos, además de entretenerse mientras hacemos otra cosa, se van construyendo como seres, van aprendiendo, van a formar su identidad.


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