Charly García salió de gira por las disquerías porteñas con "Random"
Charly García volvió a ocupar el centro de la escena con Random, una colección de una decena de nuevas canciones, entre homenajes, autorreferencias y pulcritud.
Y como si eso fuera poco, en coincidencia con su lanzamiento, el músico salió a recorrer la ciudad de Buenos Aires en una limusina, con varios vinilos de Random a cuestas, que fue dejando de a uno, con su firma, en varias emblemáticas disquerías porteñas, para el primero que se acercara a los locales elegidos a comprar el álbum en el formato de 33 revoluciones por minuto.
La decisión de privilegiar el vinilo no es casual; la predilección de García por ese formato viene de larga data. "El principio es muy simple: cuando tocás una nota, transmitís una vibración, y eso llega en estado puro desde un vinilo", dijo alguna vez, en una entrevista para la revista Rolling Stone, en la que además destacaba el carácter artesanal de los viejos ingenieros de sonido. "El tipo trabajaba escuchando la música. Ahora, simplemente mira unas rayitas en la computadora para saber qué está bien y qué no", decía en la nota que trae a la memoria Clarín.
Con Rosario Ortega a su lado, y varios representantes de Sony, la compañía que editó "Random", García ocasionó cierta conmoción con su llegada a los distintos locales que visitó. Del Ateneo Grand Spendid, en Santa Fe al 1800, a Zival’s, en Corrientes y Callao, y de ahí al Ateneo de Cabildo y Juramento, pasando por RGS y la histórica Rock and Freud, a pasos del Alto Palermo y de su antiguo departamento de Coronel Díaz y Santa Fe.
Esos fueron algunos de los puntos en los que Charly hizo escala, generando una inmediata aglomeración de fans alrededor del vehículo en el que se desplazó, mientras la cuenta de Twitter de la compañía, bajo el hashtag #AccionRandom, daba cuenta de su itinerario.
Desde su entorno revelaron que la acción surgió espontáneamente, porque Charly quiso salir a dejar ejemplares firmados de "Random", al azar, en algunas de las cadenas y en varias disquerías históricas porteñas.
El álbum, en cuyo arte de tapa predominan pinturas del músico y fotos de Nora Lezano, está dedicado a María Gabriela Epumer y al Negro García López.
Una primera escucha de este trabajo, que llevó varios años de preparación, deja una agradable sensación de reencontrarse musicalmente con el Charly previo a su etapa "Say No More", con pasajes que recuerdan a discos como "Filosofìa barata y zapatos de goma" o "La hija de la lágrima", más allá de que mantiene ese concepto en la gráfica que acompaña el disco.
A lo largo de diez canciones de un nivel parejo, en las que cuesta encontrar puntos altos o bajos, García apela a sumar cuidadas capas de teclados y delicados groove de bajos para armar cada tema, con el solo agregado de baterías aportadas por Fernando Samalea (el único sobreviviente de la banda García de los ‘90), las sutiles guitarras de Kiuge Hayashida Soiza y coros de Rosario Ortega, que apuntalan su labor vocal.
Además, en su nuevo trabajo, el músico grabó pianos, teclados, guitarras acústicas y eléctricas, bajos, iPads, samplers y programaciones.
En ese recorrido, pone sobre la mesa las principales influencias musicales que lo marcaron, como la invasión británica de los ‘60 con los Beatles a la cabeza; las baladas del productor Phil Spector; la atmósfera floydeana y ciertos coqueteos con el soul y el funk, más cercanos a Prince que a los referentes "puros" de estos géneros.
En cuanto a las letras, Charly se muestra, como es su costumbre, terriblemente autorreferencial; con un ojo puesto, por momentos, en sus aventuras de antaño, y el otro, en el cine y la televisión, como ventanas a la fantasía.