OPINA SANTIAGO

Dios es con nosotros

Por Padre Gregorio Makantassis - Iglesia Ortodoxa

En la fiesta de la Navidad, Jesús se presenta a nosotros en un pesebre para expresarnos que Dios es con nosotros, Emanuel.

Dios se nos revela en el misterio de la encarnación, por el cual no solo asume y se reviste de la carne haciéndose hombre, sino que también es la imagen visible de ese Dios que es invisible a la humanidad. Jesús es la expresión corporal del Padre y de su voluntad para con el hombre, especialmente del Amor de Dios Padre para con el mundo pecador.

Se nos revela como el Verbo de Dios, es decir la Palabra encarnada que nos habla y comunica el mensaje de Dios a los hombres, el Evangelio de Cristo, las buenas nuevas de salvación. Así la Navidad es el llamado de Dios a los hombres para que se arrepientan de sus pecados y cambien su manera de vivir. Una Navidad en la que prime el Amor y se deje el enojo, en la que la alegría y la reconciliación triunfen sobre el resentimiento y el odio de este mundo. El evangelista Juan nos dice: "El que me ha visto a mí, ha visto al Padre" (Juan 14:9). Por lo que Jesús encarnó el mismo amor y vida de Dios. Así sólo Dios podía revelar a Dios y sólo Dios Salvarlo, pues se llama Jesús: Dios salva, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. En ese nombre se nos revela el verdadero propósito e identidad de Dios. En esta Navidad reverenciemos al Niño Jesús que con toda humildad vino al mundo para habitar entre nosotros. Nos manifiesta el amor con el que, aquella noche, asumió nuestra fragilidad, nuestros sufrimientos, nuestras angustias, nuestros anhelos y nuestras limitaciones humanas. Esta noche buena, en la que contemplamos al Niño Jesús apenas nacido y acostado en un pesebre, nos invita a reflexionar: ¿Cómo acogemos nosotros la ternura de Dios? Se nos ha acercado en la ternura de un niño a quien podemos hacer sonreír o llorar. Debemos dejarnos atraer por esa ternura Divina, que nos acerca a Jesús, quien nos comunica la alegría de la vida, la cual nos libera de nuestros miedos y de la desconfianza ante Dios. Por lo que ante tanta superficialidad y mundanidad imperante en estos tiempos que vivimos, debemos abrir nuestros corazones para recuperar el verdadero origen y centro de la fiesta que celebramos. Reflexionando en el significado de su natividad, podemos ver que Dios se hace pequeño y se humilla naciendo en un pesebre en Belén lo que manifiesta su pobreza.

Por eso en nuestra relación con los demás y siguiendo su ejemplo de vida, tenemos que ser solidarios y ponernos al servicio del otro, especialmente de los más necesitados y débiles, haciéndoles sentir la cercanía del Dios vivo.

También la Navidad nos hace pensar cómo debe ser nuestro trato con el prójimo, ya que Jesús se identificó plenamente con nuestra naturaleza humana haciéndose uno de nosotros, para que tal como el hizo con nosotros así también hagamos a los demás. Porque el trato que demos a nuestro semejante se lo estamos dando al mismo Jesús.

Por todo ello, en esta Navidad cada uno de nosotros debemos convertirnos en pesebres vivos que acojamos al Niño Jesús en nuestros corazones. Feliz Navidad para todas las familias santiagueñas y que el Señor derrame de su Gracia Divina sobre vuestras vidas.

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