Ejecutó a su mujer, compañera de copas, y ahora lo "espera" una segura pena de prisión perpetua
El juicio comenzó ayer. El detenido declaró y desgranó una historia de discusiones. Pero, subrayó, no recodar cuándo la mató.
Un serio riesgo de prisión perpetua enfrenta desde ayer un homicida de Brea Pozo (San Martín), ya que en abril del 2013 asesinó a su concubina, al término de una "orgía etílica" y cuyos entretelones afirmó no recordar.
El debate es ventilado en contra de Teodoro René Enríquez, quien segó la vida de Lucía Elena Carabajal ("Pichona"), mientras permanecían en su casa del Bº Aeroclub.
El contexto que desnudó el informe socioambiental es una pareja con muchos claroscuros: habituales discusiones, separaciones y reconciliaciones.
Aquel día, los dos protagonistas habrían iniciado una ronda de copas en la casa de la madre de Enríquez. Después, la prosiguieron en la casa propia.
Alcohol y sangre
¿Qué pasó? Ella recibió un disparo que la mató en minutos. Él escapó al monte y recién la policía lo detuvo, hambriento y cansado, dos días después.
En la víspera, Enríquez declaró ante los vocales Graciela Viaña de Avendaño, Alfredo Pérez Gallardo y Juan Carlos Storniolo, y la titular del Ministerio Público, Celia Mussi.
Manifestó que la vida junto a la víctima era una constante de peleas.
"Ella me tenía amenazado con sus hijos de Buenos Aires", explicó.
"Aquel día tomamos mucho. Me acosté a dormir. Así, sentí que me apretaban el pecho. Medio dormido agarré la escopeta que tenía cerca de mi cama. Y no me acuerdo más...".
Los testigos
Hoy, el tribunal hará desfilar a familiares, policías y otras personas que intervinieron tras el horror.
El escenario es muy adverso para Enríquez.
Se lo acusa de "homicidio doblemente calificado", reprimido únicamente con una condena de prisión perpetua.
Por ende, no fue necesario siquiera que Mussi amagara agravarle los cargos, ya que peor no puede asomarse el horizonte para el hombre de Brea Pozo.
El entorno de la víctima manifestó que a diferencia de su versión, en realidad era víctimas de habituales castigos físicos.
Lejos de imponer un final a los días grises, volvía al hogar y proseguía la convivencia, abstrayéndose de los consejos opuestos.