AMOR SIN LÍMITES

"Tuve la hermosa sensación de que di a luz dos veces"

Natalia Laini es mamá de Tiziano, quien padece el síndrome Prunne Belly y autismo. Al año y medio de haber nacido, el pequeño tuvo que ser trasplantado del riñón y fue ella, su donante. "El día del trasplante sentí que mi hijo nació de nuevo", cuenta la madre.

El amor de una madre no entiende de barreras; cuando se piensa que a diario se entrega todo por un hijo, la vida suele poner duras pruebas en su transitar ampliando el desafío, tal vez intentando comprobar que ese vínculo que nació entre una mujer y el fruto de su vientre, no se corta jamás por más complejos que sean los obstáculos. Natalia es uno de los tantos ejemplos de superación constante.

"Siento que di la vida dos veces. Tengo la sensación de haber visto nacer en dos oportunidades a mi hijo Tiziano", expresa mientras vienen a su mente cientos de recuerdos de los momentos más duros que atravesó desde el instante mismo que se enteró que iba a dar a luz a un pequeño que después de nacer no jugaría ni dormiría en su cuna, como cualquier otro niño. Tiziano nació con síndrome Prunne Belly, un trastorno congénito del aparato urinario, caracterizado por una tríada de síntomas: ausencia de músculos abdominales, criptorquidia y piel arrugada en el vientre. Ella lo supo desde los primeros meses de gestación y jamás bajó los brazos; por el contrario, sus lazos se estrecharon aún más, unieron sus fuerzas y enfrentaron juntos las adversidades.

"Tizi", como lo llama ella, nació el 5 enero de 2010, y desde entonces se enfrentó a una dura vida, que se hacía más llevadera cuando apenas podía recibir una caricia de su mamá, mientras las incubadoras impedían el contacto físico permanente. Lo mantuvieron internado por varios años, pero en el medio, Natalia tuvo un nuevo desafío: al bebé le urgía un trasplante de riñón y fue ella "su ángel". Jamás dudó en ser su donante y juntos se sometieron a una nueva cirugía, que sumaría a las 12 intervenciones quirúrgicas a las que se sometió Tiziano. "Cuando se hablaba de trasplante, no pensé en nadie más que en mí; mi riñón debía ser para él. Después de los estudios, la operación se concretó. Fue el 15 de septiembre de 2011. Ese día sentí que mi hijo nació de nuevo; tuve la hermosa sensación de que di a luz dos veces. Pero también fue un momento muy angustiante porque nos operaron a los dos al mismo tiempo y no podía seguir de cerca su estado. Donar órganos y más cuando se trata de la vida de un hijo, es la más sincera prueba de amor que hay. Es una instancia desesperante que se cambia por vida. Siempre digo que Tizi cumple años dos veces", confiesa Natalia, a cinco años de aquella intervención. Y entre médicos y salas de terapia pasaron los primeros años de vida de Tiziano, entre los pasillos del hospital Garrahan y el Italiano, en Buenos Aires. Y cuando solos (aunque con el incondicional acompañamiento de la familia, pero desde Santiago), Natalia y Tiziano se acostumbraban a este ritmo de vida, nuevas intervenciones se avecinaban. "Tiziano fue sometido a 12 intervenciones quirúrgicas y 32 veces fue internado después de haber sido dado de alta; en 7 oportunidades estuvo en terapia intensiva. Fue muy duro verlo así", recuerda la mujer. Pero entre la emoción del recuerdo, Natalia se incorpora y expresa: "El trasplante fue realmente para Tizi un nuevo nacimiento, porque pasó de vivir prácticamente en un frasco, entre las paredes de un hospital, a poder exteriorizarse y vivir la vida de un niño normal. Todo ese tiempo él vio solo mi rostro y el de los médicos. La operación le permitió venir a Santiago, relacionarse con la familia, hacerse amigos, ir a la escuela".


Nuevos desafíos


Pero no todo terminaría en el síndrome Prunne Belly.

A los 4 años, en medio de los controles periódicos e internaciones, los médicos le diagnosticaron autismo. Hoy, el tratamiento está centrado en ese trastorno, aunque en la cabeza de Natalia ronda la última intervención de Tizi, a la que será sometido más adelante para reacomodar su aparato urinario. Pero, a pesar de todos los obstáculos, hoy viven a pleno su vida normal.

"Tiziano es un león y aguantó todo. Hoy podemos estar en Santiago y ambos hacer nuestra vida normal. Él va al colegio, está en primer grado, disfruta de su hermanita, y yo pude terminar mis estudios y recibirme de docente. Somos una gran familia y la lucha diaria nos sirve para estar cada vez más unidos", expresa Natalia, poniéndole siempre positivismo a sus vidas.

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