NOBEL DE LITERATURA

Algunas reflexiones sobre el Nobel a Bob Dylan

Por Antonio Cruz. Especial para el Diario El Liberal.

«Quizá algunos confundan cantautor con mal poeta. Los hay: malos, regulares y buenos. Poetas, digo. Y están los genios, como Bob Dylan. Esos son los Homero de nuestros días. Me sorprende que los supuestos viejitos-carcas de la Academia sueca lo hayan entendido, y tanto escritor joven, no.» Juan Carlos Chirinos (Venezuela)

«El músico Bod Dylan ganó el Premio Nobel de Literatura. Claro, también es un buen poeta que canta. Solo espero que próximamente los escritores poetas ganen algún día el Grammy. ¿Y es que acaso no hay música en la poesía escrita?» Oscar Gallegos Santiago (Perú)

«Cuánta pureza literaria y cuantas camisas rasgadas por el Nobel de Dylan... Pues me alegro un montón por él... Más aún: ¿Qué más da a quién le den un premio tan caprichoso como ese? Ya me gustaría escribir poesía como la de Dylan... » David Roas (España)

«¿Ese premio Nobel de Literatura estimula la lectura de un autor? No. ¿Estimula a la industria editorial? No. Eso, para mí, es un fracaso.» Luis H. Aristizábal @luisharistizbal

A fuer de ser sinceros, entre los muchos sorprendidos porque la Academia Sueca haya premiado a Bob Dylan está quien escribe estas líneas. A pesar de que ya ha sido candidato otras veces y, entre otros, ha ganado el premio “Príncipe de Asturias” y ha sido investido como “Caballero de la orden de las Artes y las Letras” por el gobierno de Francia, no imaginaba ni por asomo que llegase a ser el elegido. No obstante lo más “picante” (por llamarle de alguna manera) no es el hecho mismo que se haya otorgado este premio justamente a él sino la repercusión que ha tenido el otorgamiento del Nobel en las redes sociales, el fenómeno sociológico más relevante y menos estudiado en este mundo globalizado del tercer milenio.

He leído en apenas seis o siete horas, desde que me di con la noticia, cientos de comentarios (hecho inimaginable hace veinte años atrás) mientras navegaba por Facebook y/o Twitter (de hecho, las opiniones incluidas en el principio de la nota pertenecen a las mencionadas redes y, dicho sea de paso, si solamente yo he leído cientos de posts, nadie puede poner en duda que, por Internet, deben circular algunos cientos de miles o hasta quizás millones) y la polémica es tan grande que realmente sorprende.

Salvo situaciones de discusiones políticas en algunos países y las tradicionales disputas con el fútbol (y ni siquiera ellas), nunca había sido testigo de tremenda repercusión en algo tan particular como es el premio Nobel. Ya habíamos tenido polémica el año pasado cuando se premió a la periodista bielorrusa Svetlana Aleksiévich. Los argumentos que se esgrimieron en ese momento no fueron acerca de si la poesía escondida en las letras de canciones era o no literatura sino si el ejercicio del periodismo constituye algo literario, pero los niveles de confrontación que he podido ver a lo largo de este día, superan con largueza los del 2015.

En este punto, quiero comenzar a desmenuzar el quid de la cuestión. ¿Es Dylan un “buen poeta” o apenas un iluminado “letrista” de canciones?

Según mi leal saber y entender, en esa sola pregunta caben tantos interrogantes que resulta difícil encontrar una respuesta absolutamente indiscutible ¿Cuántos libros de poesía debe publicar un autor para ser considerado poeta? O bien, cuando a una poesía se le pone música ¿deja de ser poesía?

Veamos: aquí mismo, en nuestra provincia, los músicos han hecho gala de su capacidad de recrear poesías bellísimas en canciones no menos atractivas que la letra sola. Como para muestra bastan uno o dos botones me pregunto (y le pregunto a los lectores) ¿Quién no tarareó “La mazamorra”, poema del tremendo vate puntano Esteban Agüero o “Penas y alegrías del amor” del excelente poeta español Rafael De León? La contracara es Pablo Raúl Trullenque y Jaime Dávalos, por ejemplo, al estar relacionados de manera directa con la música, ¿no deberían ser considerados poetas? Me parece que en el fondo es una discusión bizantina.

Dylan, desde la elección de su nombre en honor al poeta británico Dylan Thomas, hasta sus propias poesías trastocadas en canciones de gran repercusión es un poeta de pura nata. Y si es poeta, es escritor. ¿O estoy equivocado?

En este punto creo necesario argumentar desde otra óptica: Ya dije que no soy académico de las letras pero, como buen investigador, leo de manera permanente artículos académicos y/o relacionados con la literatura que publican, a través de las páginas Web de diversas universidades o en la Web 2.0 o blogosfera, estudiosos, críticos e investigadores literarios.

Esta misma mañana, pude acceder merced a la ayuda de José Manuel Ortiz Soto (reconocido microficcionista mexicano) a una de las entregas de Material de Lectura de la Unam (Universidad Autónoma de México) en la que se hace referencia a la relación de la poesía y el rock. Se titula: “La poesía en el rock” (Breve antología) Selección, traducción y notas de Claudia Aguirre Walls y Juan Villoro. La nota fue editada en 2014 y en un subtítulo puede leerse claramente: Universidad Nacional Autónoma de México Coordinación de Difusión Cultural Dirección de Literatura (el subrayado es mío), México, 2014.

En ella me llamaron la atención dos cosas. Una es un párrafo de la nota introductoria que dice textualmente: «Es cierto que el rock no tiene pretensiones literarias, ni es necesario que las tenga. Las letras de las canciones están escritas en función de la música, condicionadas por ella; evidentemente tienen un sentido poético, pero la poesía en el rock sigue reglas muy distintas a la poesía escrita.»; la otra es que, el nombre que encabeza la selección es justamente el del tan discutido Bob Dylan (La nota completa puede leerse en

http://www.materialdelectura.unam. mx/images/stories/pdf5/poesiaenelrock- 37.pdf )

Pero mi idea no termina aquí. Entre los muchos cuestionamientos que he leído, he visto por ejemplo a algunos que aseguran que Bob Dylan tan solo escribió dos libros (“Tarántula” y “Crónicas Volumen I”) y que solamente el segundo tiene potestad para denominarse “obra literaria”. Bueno… eso no es totalmente cierto, ya que entre otras cosas ha publicado diversos libros de poesía los que, por supuesto, son compilaciones de las letras de sus canciones pero que, en esos libros, pueden ser leídas sin la compañía de la música tal como, entre otros lo ha hecho Leonard Cohen. Entre sus numerosísimas publicaciones podemos citar The Bob Dylan scrapebook 1956-1966 y Lyrics que son, según mi mirada profana, los más representativos del cantautor.

Tengo la convicción de que la premiación tiene otro “mar de fondo” y que es la discusión acerca de qué textos pueden o deben ser considerados literatura. Al respecto, aunque mis opiniones corresponden a un extranjero de la literatura que, además, no tiene formación académica, debo sostener que la discusión acerca del ser o no ser de la “literatura” está cada día más polémica y enredada. ¿Acaso en los ámbitos académicos de la literatura no se está discutiendo acerca de si existe Twiteratura? En mi navegación por la red del pajarito he leído numerosos textos (entre ellos los tan venerados haikus) que, evidentemente cumplen con la limitación impuesta por los administradores (140 caracteres) sin alejarse de las normas canónicas de la literatura.

En realidad, y esto debe ser considerado solamente como mi opinión personal, creo que Dylan no es el mejor poeta vivo y el que más se merece el Nobel, pero que en realidad, lo único que ha hecho la Academia sueca es meterse en la entraña misma de la discusión acerca de que puede o no, ser considerado literatura. Ya ha dado muestras de esto el año pasado con el otorgamiento a la periodista Svetlana Aleksiévich. En ese momento, el eje de la polémica fue si es que los textos periodísticos debían ser considerados o no literatura.

Según mi criterio (discutible por cierto) la Academia sueca ha comenzado a transitar nuevos caminos en la reformulación de los diferentes cánones literarios sin dejar de lado los condicionamientos políticos, sociales y filosóficos que se plantean a partir de la instalación del mundo globalizado. No solamente desde 2015 sino desde antes. ¿O acaso olvidamos que, como sostuve en un artículo de opinión escrito para este mismo medio, a Vargas llosa le dieron el Nobel por las mismas razones que se lo negaron a Borges? ¿Tampoco nos acordamos que, cuando se le otorgó el premio a Alice Munro, por primera vez quien lo recibía no era ni novelista ni poeta sino cuentista? Tengo la convicción (reitero, discutible) de que en la Academia sueca corren nuevos vientos y que la óptica acerca de “La Literatura” está cambiando.

Probablemente Bob Dylan no sea el mejor poeta vivo; creo que los hay mejores y quizás (digo solamente quizás porque he leído muy poco poemas de él y me parecieron magníficos), si pensaban premiar a un poeta se lo hubiese merecido el sirio Ali Ahmad Said Esber, que también figuraba entre los candidatos con serias pretensiones pero algo dentro de mí me dice que en realidad, lo que la Academia Sueca ha hecho al concedérselo a Dylan es obligarnos a reflexionar de manera más profunda acerca de qué cosa es literatura y qué cosa no. De cualquier manera creo que esta premiación es una herida que tardará en cerrarse y ya preveo las amistades que habrán de morir por esta cuestión.

Mientras tanto, Dylan ya prepara el traje y la corbata, mientras Murakami, seguramente, ahogará su decepción con algunos generosos tragos de sake sin prestar la menor atención a las razones que llevaron a la Academia a premiar al primero, cosa que, de hecho, para ellos carece de cualquier importancia. l

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