Muerte en el monte santiagueño
Microrrelato de Norma Sayago.
En el arenal caliente, los chaguares muestran sus afiladas uñas y los tunales florecidos ven desfilar asustados a los lugareños de Ashpa Sinchi*. Hay pánico en sus ojos. Sus rostros muestran la tristeza que les causa dejar el pago. Tienen que irse. El coco, el yanarca y el kakuy también lo saben. Las vizcachas se esconden a su paso. Han descubierto que el Mañuco, la Mashi y la Ushi, están muertos. A su lado chillidos y aletazos de pájaros vampíricos, custodian sus cuerpos. Entonces supieron lo que había pasado. — Ellos quisieron ir – dice el más joven. — Sabían que se exponían a eso – dice la mujer llorosa. — De corajudos, no más— dice otro. Hay lamentos de impotencia. Esa noche cantarán alabanzas, el “despierta el sueño, hijos de María...”. A la madrugada, los envolvieron en unas mantas y los enterraron sin cajón. Y ahora van en procesión, huyendo. Diez leguas los separan de aquel lugar de espanto. Silenciosos, cruzan el camposanto. El curandero lleva pensativo un madero semejante a una cruz. Él también sabe qué hacen esas aves allí. Él sabe de dónde salieron y señala con el dedo un lugar en la espesura del monte. Muestra una oculta cueva. Señala hacia la Salamanca… l
(*) En quichua “tierra fuerte”.
Población distante 200 km de la
capital de Santiago.