VIOLENCIA DE GÉNERO

La carta de una joven brutalmente golpeada por un futbolista y que se volvió viral

Diego Fantino, actual arquero del club cordobés Atlético Ticino, fue detenido luego de haberle dado una brutal golpiza a Yanila Ríos, su ex pareja.

El hecho ocurrió en la madrugada del sábado. Fantino llegó acompañado por su actual pareja a un pub de Pasco, un pueblo ubicado a 214 kilómetros al sudeste de la capital cordobesa, donde se encontraba Ríos. Al verla, comenzó a hostigarla. Según publicó el diario Clarín, cuando Yanila se retiró para evitar incomodidades y regresó a su casa, el futbolista la habría seguido e ingresado por la fuerza a la vivienda, golpeándola con dureza. Desde la clínica donde permanece internada, la mujer escribió una carta que publicó en Facebook: "Yo me sentía culpable. Pensaba que en algo estaba fallando. Yo, no él. Por eso no lo culpaba. No sé si lo comprendía, quizá más bien lo justificaba. La primera vez fue un tirón de pelos. Me soltó y me pidió perdón. Me abrazó enseguida. Yo no pude llorar, no estaba preparada para eso. Le dije que se quedara tranquilo. Y que lo amaba, que todo iba a mejorar, que yo estaba ahí para ayudarlo, porque era su compañera. Te amo, me dijo al oído. La vida seguía.

Todo era normal. Aquello fue algo aislado, no tenía sentido quedarse con eso. Decidí olvidar, todos nos equivocamos, y él también tenía derecho a equivocarse. Por eso la segunda vez no me sorprendió, quizá estaba tenso, mal. Me di cuenta que algo estaba cambiando. Y lamentablemente sentía que sólo podía aceptar eso. Silencio y aceptación. Y cuando uno se acostumbra a las cosas, se hacen normales. Por eso la vida seguía normal. A veces bien, a veces mal. Como la vida misma. Había días muy felices, llenos de amor. Habían días horribles que me dejaban el alma y el cuerpo temblando. Pero eran días. Y en la vida hay muchos, así que nunca pude culparlo. Durante mucho tiempo intenté entenderlo, porque estaba presa de la costumbre. Y la costumbre era la realidad. Una realidad espantosa.

Mucho miedo, muchos dolores. Los físicos aprendí a soportarlos, los otros dolores me iban matando. Sin embargo, cuando estaba con gente, era un amor. A veces el infierno quema tanto que queda más cerca de lo que nos contaron. Para engañar, el diablo se transforma en la imagen que sea, menos en la de diablo.

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