El Gobierno de Francia se mantiene inflexible ante las numerosas protestas contra la reforma laboral
PARÍS, Francia. El Gobierno francés permanecía firme frente a la revuelta social contra la reforma laboral, ante una nueva semana de movilizaciones convocadas por los sindicatos que quieren mantener el pulso con las autoridades para lograr la retirada del proyecto.
"Mi puerta sigue abierta, sigo dispuesto a discutir. Pero cuando un texto ha sido discutido, ha suscitado compromisos con las partes sociales, ha sido adoptado por la Asamblea Nacional (Cámara baja), considero que mi responsabilidad es ir hasta el final", declaró el primer ministro, Manuel Valls, a los lectores del diario Aujourdhui en France.
Desde hace casi tres meses, el texto, actualmente en discusión en el Parlamento, divide a la mayoría socialista en el poder, al tiempo que sus detractores directamente tratan de paralizar el país para forzar su retirada.
"Me mantendré firme porque es una buena reforma", aseguró el jefe de Estado, François Hollande, al final de la cumbre del G7 en Japón, reiterando su apoyo a su primer ministro.
"Retirar el texto de ley sería una mala cosa para los empleados", insistió ayer el primer ministro Valls.
El conflicto podría propagarse la próxima semana a los transportes. El martes, en una jornada que se anuncia crucial para el éxito o el fracaso de las movilizaciones, están convocadas huelgas en la red ferroviaria, el metro parisino y la aviación civil.