Desalojaron el recinto para que consolaran al detenido
Entre las 10.30 y la lectura del veredicto, el tribunal desalojó la sala y sólo permitió que Iñíguez quedara junto a su familia: fueron dos horas de lágrimas, promesas y lamentos.
El joven recibió el cariño de su padre, sus hermanos Jésica y Juan Manuel (‘Pichu’), su cuñada Ana Vivas, su tía Olga, su abuela, su madre ‘Chacha’, entre otros.
Interiormente, Iñíguez quizá siempre intuyó su final. Lo único que ignoraba eran los años que recibiría. Su abogado luchó hasta el final para rehuirle a la prisión perpetua, pero sopesó el ‘ensañamiento’.
Cuando los jueces bajaron el martillo, sobrevino un grito y cierta exaltación, proveniente de numerosas representantes de ONG que defienden a las mujeres víctimas de violencia.
María Elena Lezama y Analía Santilli elogiaron la labor de los jueces: coincidieron en que el fallo ‘viene a convertirse en un baño moralizador en defensa, y memoria, de todas aquellas mujeres víctimas de violencia de género’.