Un santiagueño salvó su vida en el terremoto de Ecuador y hoy vende empanadas para sobrevivir
"Fue horrible. He perdido todo. Hasta la fe en Dios", dice "Lucho", un hombre que dejó su Frías natal cuando tenía ocho años. Su profesión de chef le permite sobrevivir.
La voluntad y el ingenio son las armas que permiten sobreponerse a las situaciones más adversas, en especial cuando se ha perdido todo. Es el caso de "Lucho" D’Onofrio, un santiagueño que vive en Ecuador y que salvó de milagro su vida en el terremoto ocurrido el pasado 16 de abril en ese país. Quedó con lo puesto, él, su mujer y sus dos hijos.
Es "nadie", según dice, porque sus documentos quedaron enterrados en el lugar donde había levantado su casa en la ciudad de Pedernales.
Pero la vida puso en su camino hace ya tiempo a otra argentina radicada en Ecuador, Mónica Dazzini Langdon, una amiga "de fierro" que le dio asilo en su casa de Quito y lo entusiasmó para que se ganara unos "dolaritos" vendiendo empanadas, ya que es chef de profesión.
Y ahora, con sus empanadas santiagueñas se remonta a sus orígenes, y deleita a los ecuatorianos, mientras su amiga le hace la publicidad necesaria a través de las redes sociales, poniendo en práctica su espíritu solidario.
Su historia
"Soy oriundo de Frías y hace más de 40 años que estoy afuera de Santiago; me fui a los ocho años y no volví más. Mis padres fueron a Mendoza, anduve por otros lugares hasta que vine buscando nuevos horizontes a Ecuador. Creo que no me quedan parientes por Santiago, ojalá que aparezca alguno, pero la verdad es que no tengo ni idea", le comentó "Lucho" a EL LIBERAL en diálogo telefónico.
Es chef ("cocinero, para que se entienda mejor", dice) de profesión y en Pedernales se ganaba la vida trabajando en un restaurante que también fue destruido por el terremoto.
"Soy un buen cocinero, no soy bueno, soy muy bueno", asegura haciendo gala de un humor que mantiene pese al dolor.
Mónica lo entusiasmó para que se ganara unos pesos vendiendo empanadas, las que desde su mano, salen con el especial sabor de las santiagueñas, porque "Lucho" no olvida sus orígenes.
"Mónica me sugirió que ya que estaba acá y que era bueno en la cocina hiciera empanadas para vender, para juntar algunos dolaritos, porque en estos momentos un dólar para mí es una fortuna, y si me los gano por mis propios medios, mejor todavía", cuenta.
Momento de horror
Lucho recuerda con mucho dolor y angustia lo que pasó aquel 16 de abril, cuando por suerte, había salido a visitar un amigo al momento del terremoto que destruyó su vivienda.
"La pasé muy mal y la estoy pasando mal. Mentalmente no hay día en que no recuerde todo lo que pasó y estas son cosas que el resto de mi vida no me voy a olvidar.
Fue algo terrible, hermano. Recuerdo todos los días a mis amigos, las cosas que se perdieron, gente amiga que perdí, y hay gente muy amiga que están en la calle como yo, pero que no tiene la posibilidad que tuve yo de recurrir a amigos.
Que no tienen una embajada como la mía que los pueden ayudar", narró.
"Lucho" y sus hijos María Loreto y José Cristóbal fueron a Quito para tramitar sus documentos ante la embajada de la Argentina en ese país, ya que lo perdieron todo, cuando su casa prácticamente fue tragada por una enorme grieta que se abrió en la tierra.
"Lo perdí todo hermano, no sólo la vivienda y las cosas materiales. Creo que hasta la fe en Dios he perdido", dice con dolor.
"Me tuve que venir a Quito para tramitar mis papeles, porque allá todo quedó en Pedernales, bajo la tierra.
Todo quemado. Aquí ahora no soy nadie, no tengo ninguna documentación, entonces me vine a Quito para que en la Embajada me ayuden con los documentos, porque en estos momentos no existo", asegura.
"Lucho" recordó que tiene una hermana que vive en Santa Fe, y su primera esposa junto a sus hijos en Buenos Aires, y no sabe si por estos lados tiene algún pariente.
"Ojalá aparezca algún pariente por allá. Les mando un abrazo", se despidió. l