La proeza del excombatiente santiagueño que abatió a un alto mando inglés en un "duelo a muerte"
Se trata del soldado que quedó en la historia argentina como el único militar ascendido al grado inmediato superior, durante el conflicto bélico.
La Guerra de Malvinas llevó a miles de jóvenes conscriptos que, algunos con apenas meses de instrucción militar, lucharon fusil en mano contra las entrenadas tropas británicas.
Pocos conocen la historia que protagonizó en combate el exsoldado santiagueño Agustín René Loaiza, quien quedó en la historia argentina como el único militar ascendido al grado inmediato superior por su acción heroica en la guerra de las Malvinas, donde derribó un avión moderno Sea Harrier, abatiendo a su piloto, el mayor Nick Taylor, jefe de una flota inglesa.
En Darwin, Loaiza se desempeñó como soldado apuntador de MAG de la Compañía Defensa. "Esa zona de combate estaba defendida por aproximadamente ciento cincuenta soldados, de los cuales cuarenta eran santiagueños", contó el soldado, cuyo relato forma parte del libro Santiagueños en Malvinas, de su comprovinciano, el teniente (R) Hugo Quiroga. "Nuestra misión era cuidar la pista de aterrizaje y para ello habíamos realizado refugios y pozos de zorros en ambos costados de la misma. Recuerdo que luego del primer ataque inglés, ese nefasto primero de mayo, quedé impresionado por el daño causado por el enemigo y sobre todo triste y preocupado por nuestros muertos y heridos. Ese hecho me ocasionó cierta inquietud por cuanto no sabía cuál sería nuestro destino, si nos matarían a todos o no; si ganaríamos la guerra o no, pero de lo que realmente estaba seguro, era que debía desquitarme por mis camaradas muertos", relató.
"Apenas salía el sol, nos atacaban con distintos tipos de municiones; hasta que por fin llegó ese glorioso día, en que me pude sacar todas mis broncas que guardaba desde el primero de mayo. Recuerdo que esa mañana fuimos atacados por cinco aviones. Los dos primeros fueron derribados por nuestras baterías antiaéras, el tercero pasó tirando contra nuestras posiciones y continuó su marcha. En ese momento todo el personal del grupo se tiró de cabeza adentro del pozo para cubrirse. En cambio yo alisté mi ametralladora, me senté en el cajón de municiones y apunté hacia los aviones".
"Cuando el primer avión (Harrier) ingresó por la cabecera de pista y comenzó a atacar, vi que le salía humo por su parte trasera, pero ello no le impedía realizar las maniobras con normalidad y ejecutar el ataque. Con gran asombro y estupor, vi cómo se me venía encima semejante mole despidiendo bombas y ráfagas de municiones en su trayectoria. Instintivamente tomé mi ametralladora MAG, le apunté y comencé a disparar. Los primeros tiros no dieron en el blanco (había apuntado bajo) por lo cual levanté la puntería y observé que mis disparos pegaban en el fuselaje y la parte vidriada del avión".
"El avión pasó a cinco metros arriba de nuestras cabezas y cayó sobre la pista a 70 metros a retaguardia causando una enorme explosión que al arrastrarse llenó de fuego y combustible las posiciones defensivas que se encontraban atrás, causando destrozos y quemaduras a nuestro personal. Según me contaron mis superiores y compañeros que observaron la acción, en el momento en que pasaba el avión sobre nuestras posiciones, el piloto se había eyectado, pero al caer estaba muerto producto de los impactos de las balas disparadas por mi ametralladora". l