En la Corte prevén que seguirá la embestida tras el caso Fayt
"Éste es mi lugar. Acá estoy", dijo Carlos Fayt, el miércoles último, apenas se sentó en su silla del Salón de Acuerdos. Así, sin más palabras, luego de escuchar la bienvenida y el apoyo del presidente de la Corte, Ricardo Lorenzetti, Fayt les dejó en claro a sus colegas cuál es su postura. Horas después también conversó con este cronista, y aseguró que "resistirá y seguirá en la Corte".
Es inevitable ver que el alto tribunal está en una etapa de cambios. Pero la actual composición va a ser la que probablemente acompañe hasta al final de su mandato a la presidenta Cristina Kirchner. O por lo menos, eso es lo que se proponen Lorenzetti y sus colegas, por más que la primera mandataria imagine otra cosa y sueñe con poder reformatear al tribunal en las postrimerías de su gestión.
Y esta semana, la Corte lo quiso dejar en claro, marcándole límites al Gobierno. Por un lado, Lorenzetti era cuestionado porque su continuidad como presidente surgía de una acordada que Fayt había firmado en su casa. El tribunal organizó el regreso de Fayt y el magistrado volvió a firmar en la sede de la Corte la misma acordada. Pero, además, el tribunal dejó en claro que tiene plenas atribuciones para elegir a sus propias autoridades y firmar los fallos donde quieran los jueces, en sus despachos o en otro lugar.
Así, la Corte se mostró completa, reafirmó su autoridad frente al Ejecutivo y, además, le marcó límites. Pero hubo otro detalle que pasó inadvertido: en la misma reunión en que Lorenzetti, Fayt, Juan Carlos Maqueda y Elena Highton volvieron a prorrogar el mandato de Lorenzetti hasta 2019, los jueces firmaron otras cien sentencias y, en una de ellas, declararon inconstitucional una ley.
Ahí iban implícitos otros dos mensajes: la Corte seguirá trabajando al mismo buen ritmo que lo viene haciendo y, además, conserva capacidad de daño declarando inconstitucionales algunas normas. Y si en algún momento de este año afloja el ritmo de trabajo será para no entorpecer el proceso electoral.
Sin embargo, los jueces son conscientes de que el Gobierno, en esta instancia final de su gestión, buscará redoblar la fuerza de la embestida. "La Presidenta no está buscando asegurarse un fallo puntual, en tal o cual causa. A estas alturas, lo que quiere es mostrar que nadie le puede poner límites. Lo que plantea es una cuestión de mostrar poder y confrontar. Porque este Gobierno siempre supo sacar de la confrontación rédito político y acumular poder", evalúan altas fuentes del máximo tribunal. En esa estrategia, Fayt le parece al Gobierno el eslabón más débil.
El magistrado tiene mandato para permanecer en la Corte de por vida, porque cuando fue nombrado aún no se había reformado la Constitución Nacional. Y, cuando en 1994 se introdujo el límite de 75 años, él, primero, y luego otros jueces, obtuvieron sentencias que declararon nula esa limitación, porque el Congreso no había habilitado a reformar ese punto.
"El Gobierno se equivoca porque no sólo ataca a un juez, sino a un juez anciano, que es peor. Lo que el Gobierno no entiende es que Fayt no se asustó nunca en su vida. Sobrevivió a todas las batallas y con esto está reviviendo", dice un muy alto funcionario que está en el tribunal desde hace décadas.
Pero el Gobierno tiene varios problemas. El primero es la personalidad de Lorenzetti. "Estamos muy bien integrados y la Corte trabaja con ritmo", aseguraron a La Nación quienes conocen la intimidad diaria de los ministros.
Por cierto, Lorenzetti siempre preferirá una Corte de cinco jueces antes que una de nueve. Pero "no está dispuesto a permitir que destituyan a Fayt para conseguir una segunda vacante [además de la que generó la salida de Eugenio Zaffaroni] y favorecer una negociación política", aseguran cerca suyo.
Y el segundo inconveniente, político, es que el FPV no tiene ni en Diputados ni en el Senado los votos para destituir a Fayt. Por eso, la Comisión buscó un atajo: iniciarle al juez una "investigación" aprovechando que sí tiene mayoría de 17 votos contra 14 de los otros partidos.
"El ataque va a continuar, pero la Comisión está actuando al margen de la ley. Y es impensable que puedan ordenar una revisión médica de Fayt o que lo puedan legalmente citar", dijeron varios funcionarios judiciales que prefieren el anonimato..
Y esta semana, la Corte lo quiso dejar en claro, marcándole límites al Gobierno. Por un lado, Lorenzetti era cuestionado porque su continuidad como presidente surgía de una acordada que Fayt había firmado en su casa. El tribunal organizó el regreso de Fayt y el magistrado volvió a firmar en la sede de la Corte la misma acordada. Pero, además, el tribunal dejó en claro que tiene plenas atribuciones para elegir a sus propias autoridades y firmar los fallos donde quieran los jueces, en sus despachos o en otro lugar.
Así, la Corte se mostró completa, reafirmó su autoridad frente al Ejecutivo y, además, le marcó límites. Pero hubo otro detalle que pasó inadvertido: en la misma reunión en que Lorenzetti, Fayt, Juan Carlos Maqueda y Elena Highton volvieron a prorrogar el mandato de Lorenzetti hasta 2019, los jueces firmaron otras cien sentencias y, en una de ellas, declararon inconstitucional una ley.
Ahí iban implícitos otros dos mensajes: la Corte seguirá trabajando al mismo buen ritmo que lo viene haciendo y, además, conserva capacidad de daño declarando inconstitucionales algunas normas. Y si en algún momento de este año afloja el ritmo de trabajo será para no entorpecer el proceso electoral.
Sin embargo, los jueces son conscientes de que el Gobierno, en esta instancia final de su gestión, buscará redoblar la fuerza de la embestida. "La Presidenta no está buscando asegurarse un fallo puntual, en tal o cual causa. A estas alturas, lo que quiere es mostrar que nadie le puede poner límites. Lo que plantea es una cuestión de mostrar poder y confrontar. Porque este Gobierno siempre supo sacar de la confrontación rédito político y acumular poder", evalúan altas fuentes del máximo tribunal. En esa estrategia, Fayt le parece al Gobierno el eslabón más débil.
El magistrado tiene mandato para permanecer en la Corte de por vida, porque cuando fue nombrado aún no se había reformado la Constitución Nacional. Y, cuando en 1994 se introdujo el límite de 75 años, él, primero, y luego otros jueces, obtuvieron sentencias que declararon nula esa limitación, porque el Congreso no había habilitado a reformar ese punto.
"El Gobierno se equivoca porque no sólo ataca a un juez, sino a un juez anciano, que es peor. Lo que el Gobierno no entiende es que Fayt no se asustó nunca en su vida. Sobrevivió a todas las batallas y con esto está reviviendo", dice un muy alto funcionario que está en el tribunal desde hace décadas.
Pero el Gobierno tiene varios problemas. El primero es la personalidad de Lorenzetti. "Estamos muy bien integrados y la Corte trabaja con ritmo", aseguraron a La Nación quienes conocen la intimidad diaria de los ministros.
Por cierto, Lorenzetti siempre preferirá una Corte de cinco jueces antes que una de nueve. Pero "no está dispuesto a permitir que destituyan a Fayt para conseguir una segunda vacante [además de la que generó la salida de Eugenio Zaffaroni] y favorecer una negociación política", aseguran cerca suyo.
Y el segundo inconveniente, político, es que el FPV no tiene ni en Diputados ni en el Senado los votos para destituir a Fayt. Por eso, la Comisión buscó un atajo: iniciarle al juez una "investigación" aprovechando que sí tiene mayoría de 17 votos contra 14 de los otros partidos.
"El ataque va a continuar, pero la Comisión está actuando al margen de la ley. Y es impensable que puedan ordenar una revisión médica de Fayt o que lo puedan legalmente citar", dijeron varios funcionarios judiciales que prefieren el anonimato..