La tragedia que llora toda la provincia
La combi había partido desde Loreto hacia la capital. A la altura de El Simbol chocó de frente contra un camión de YPF. Diez de las personas que viajaban en el utilitario murieron en el acto. La víctima onceava falleció mientras era operada en el Regional. Dos eran concejales electos por Loreto. Investigan las causas del siniestro.
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"Dios mío ¿por qué?; ¿por qué?”
Con las manos rojas de sangre, la maestra lloraba e imploraba una explicación. Su mirada lucía perdida en el cielo, quizás reticente e intentando abstraerse del cuadro terrorífico. Frente a la escuela Medalla Milagrosa, de Silípica, la ruta nacional 9 ofrecía un cuadro tétrico: 11 personas perecieron, al chocar de frente una combi y un camión de YPF, en una de las peores tragedias viales en Santiago del Estero.
El encontronazo sobrevino a 35 kilómetros al sur de la ciudad capital y a 25 de Loreto, ciudad que por estas horas vive -y escribe- uno de los capítulos más trágicos de su historia: de las 11 víctimas fatales, 6 eran docentes de esa ciudad. Globalmente, 9 eran vecinos de Loreto, uno de Villa Atamisqui y el último, el conductor de la combi, con residencia en Camino de La Costa, Los Flores, ciudad capital.
Las víctimas
Después de mucha confusión, la policía identificó a las víctimas fatales: es el maestro Pedro Emilio Corbalán (coordinador pedagógico del Agrupamiento Itinerante 86143 San Gregorio). Se trata del primo hermano del electo intendente local, José Luis Artaza.
También dejaron de existir María Azucena González, Claudia Teresita Díaz, María José Tolosa, Nancy Noemí Álvarez y Stella Maris Ibáñez (directora de la escuela Simbol Pozo y concejal electa el domingo pasado).
También perecieron el conductor de la combi, Hugo César Achával (26); Pedro Roldán, Ariel Darío Silva (concejal suplente electo por el Fte. Encuentro Cívico), Alejandra Leguizamón, administrativa de la Unse, y Gisela Gómez Leiva, quien falleció durante una desesperada intervención quirúrgica en el hospital, cerca de las 14.30.
Hipótesis
El accidente ocurrió frente a una escuela y a unas contadas casitas. En diálogo con EL LIBERAL, los testigos coincidieron: “Creo que el chofer de la combi quiso pasar a un colectivo amarillo. A mitad de la maniobra, se encontró con el camión”, reveló don Andrés Leonidas Roldán. Otos testimonios mencionaron que un remís que subía a la ruta podría haber obligado al colectivo a frenar repentinamente.
Según el testigo, la combi quiso adelantarse. Al advertir al pesado camión en el otro carril, el conductor del primer vehículo quiso largarse hacia la banquina, pero fue imposible. La combi transportaba 15 personas, algo así como 1.000 kilos de peso humano, aproximadamente.
En segundos, el camión se estrelló contra el sector derecho de la combi. La arrastró uno pocos metros. Salió despedido el motor de ésta y se frenó contra una columna de luz, a más de 50 metros.
Al abrir la puerta y descender, el camionero César Mariano Alves, de 25 años, oriundo de Córdoba, advirtió la tragedia; junto a las ruedas, yacían los cuerpos de dos maestros.
Entonces, aparecieron maestras, alumnos y vecinos; todos corrían presurosos, en busca de auxiliar y rescatar a algún sobreviviente, hasta ese momento más una esperanza utópica, que a una probabilidad racional.
Un almacenero llamó por teléfono a la policía y ésta articuló los medios: rápidos, se trasladaron efectivos de Nueva Francia, Loreto y Árraga, la última comisaría con jurisdicción en el lugar.
Una decena de policías intentó organizar el operativo, mientras en derredor la gente lloraba desesperada; algunos buscaban un abrazo de consuelo; otros, algún celular para dar la noticia a familiares; terceros con bolsas, cartones o diarios para cubrir los cuerpos.
En menos de media hora, la ruta se pobló de cientos de personas; entre policías, maestras, estudiantes y automovilistas: todos debieron tomar el amargo cometido de identificar cuerpos, o colaborar ordenando un escenario poblado de cadáveres. l
Con las manos rojas de sangre, la maestra lloraba e imploraba una explicación. Su mirada lucía perdida en el cielo, quizás reticente e intentando abstraerse del cuadro terrorífico. Frente a la escuela Medalla Milagrosa, de Silípica, la ruta nacional 9 ofrecía un cuadro tétrico: 11 personas perecieron, al chocar de frente una combi y un camión de YPF, en una de las peores tragedias viales en Santiago del Estero.
El encontronazo sobrevino a 35 kilómetros al sur de la ciudad capital y a 25 de Loreto, ciudad que por estas horas vive -y escribe- uno de los capítulos más trágicos de su historia: de las 11 víctimas fatales, 6 eran docentes de esa ciudad. Globalmente, 9 eran vecinos de Loreto, uno de Villa Atamisqui y el último, el conductor de la combi, con residencia en Camino de La Costa, Los Flores, ciudad capital.
Las víctimas
Después de mucha confusión, la policía identificó a las víctimas fatales: es el maestro Pedro Emilio Corbalán (coordinador pedagógico del Agrupamiento Itinerante 86143 San Gregorio). Se trata del primo hermano del electo intendente local, José Luis Artaza.
También dejaron de existir María Azucena González, Claudia Teresita Díaz, María José Tolosa, Nancy Noemí Álvarez y Stella Maris Ibáñez (directora de la escuela Simbol Pozo y concejal electa el domingo pasado).
También perecieron el conductor de la combi, Hugo César Achával (26); Pedro Roldán, Ariel Darío Silva (concejal suplente electo por el Fte. Encuentro Cívico), Alejandra Leguizamón, administrativa de la Unse, y Gisela Gómez Leiva, quien falleció durante una desesperada intervención quirúrgica en el hospital, cerca de las 14.30.
Hipótesis
El accidente ocurrió frente a una escuela y a unas contadas casitas. En diálogo con EL LIBERAL, los testigos coincidieron: “Creo que el chofer de la combi quiso pasar a un colectivo amarillo. A mitad de la maniobra, se encontró con el camión”, reveló don Andrés Leonidas Roldán. Otos testimonios mencionaron que un remís que subía a la ruta podría haber obligado al colectivo a frenar repentinamente.
Según el testigo, la combi quiso adelantarse. Al advertir al pesado camión en el otro carril, el conductor del primer vehículo quiso largarse hacia la banquina, pero fue imposible. La combi transportaba 15 personas, algo así como 1.000 kilos de peso humano, aproximadamente.
En segundos, el camión se estrelló contra el sector derecho de la combi. La arrastró uno pocos metros. Salió despedido el motor de ésta y se frenó contra una columna de luz, a más de 50 metros.
Al abrir la puerta y descender, el camionero César Mariano Alves, de 25 años, oriundo de Córdoba, advirtió la tragedia; junto a las ruedas, yacían los cuerpos de dos maestros.
Entonces, aparecieron maestras, alumnos y vecinos; todos corrían presurosos, en busca de auxiliar y rescatar a algún sobreviviente, hasta ese momento más una esperanza utópica, que a una probabilidad racional.
Un almacenero llamó por teléfono a la policía y ésta articuló los medios: rápidos, se trasladaron efectivos de Nueva Francia, Loreto y Árraga, la última comisaría con jurisdicción en el lugar.
Una decena de policías intentó organizar el operativo, mientras en derredor la gente lloraba desesperada; algunos buscaban un abrazo de consuelo; otros, algún celular para dar la noticia a familiares; terceros con bolsas, cartones o diarios para cubrir los cuerpos.
En menos de media hora, la ruta se pobló de cientos de personas; entre policías, maestras, estudiantes y automovilistas: todos debieron tomar el amargo cometido de identificar cuerpos, o colaborar ordenando un escenario poblado de cadáveres. l