La esperanza, la fe y la fuerza de voluntad ayudan a vencer al cáncer
Virginia le está ganando la batalla a una leucemia que le detectaron hace casi tres años. El incondicional apoyo de sus padres demuestra que para enfrentar la adversidad es fundamental la unión y la fe.
Una repentina leucemia que afectó la salud de Virginia con apenas once años, la obligó a que junto con sus padres Fernanda y Eduardo, experimentara por primera vez el desafío de vivir anteponiendo la esperanza en cada paso de su vida. Juntos se encomendaron a Dios y fortalecidos por la fe y el espíritu de superación están logrando reponerse de una enfermedad que por momentos puso en peligro la vida de la niña. Ahora, a casi tres años de que le detectaran el mal, se encuentran en la recta final de un largo tratamiento que requirió paciencia, meses de desvelos, noches de oraciones y mucha fuerza de voluntad, pero convencidos de que saldrían triunfantes.
Hoy, en el Día Internacional de la Lucha Contra el Cáncer Infantil, seguramente muchas historias de superación se recordarán en el mundo, tal como lo hizo esta familia santiagueña que, adhiriéndose a la conmemoración de este día tan significativo para ellos, contó que la esperanza es el motor que impulsa a vencer todas las adversidades, incluso, una leucemia.
‘Aún hoy, a casi tres años de que a Virginia le detectaran leucemia, nos cuesta asumir la enfermedad. Es muy doloroso cuando algo tan grave te toca a un hijo y miles de preguntas dan vueltas en la cabeza en todo momento. Pero, a pesar de los miedos, siempre supimos que juntos íbamos a salir adelante, porque la esperanza es lo fundamental y nosotros nunca la perdimos. Aprendimos lo que significaba entregar un hijo a Dios. Le entregué a Virginia convencida de que Él la iba a sanar y así fue. Ella está realizando el tratamiento y vamos por buen camino. Está prácticamente curada’, comentó Fernanda Coronel, la mamá de Virgi, como cariñosamente la llaman en la familia.
Virginia tenía once años cuando un día de abril del año 2000 comenzó a sentir que en su cuerpo algo no estaba funcionando correctamente. Un sangrado y un derrame ocular advirtieron que algo extraño comenzaba a suceder. Y la confirmación de su enfermedad tardó solamente días, una situación que sus padres le atribuyen a una loable labor de los profesionales de la salud. Desde entonces comenzó la lucha.
‘Creímos siempre que lo fundamental para encarar el tratamiento y el camino hacia la curación era la verdad, por eso Virgi supo siempre cuál era su estado. Aunque si nos detenemos a pensar pasamos muchas cosas feas. En octubre del mismo año en que se le detectara la leucemia, mi hija tuvo una recaída y tuvo que estar internada en la terapia intensiva del Cepsi unos quince días, después sufrió la caída de su pelo y eso le provocó otra recaída’, recordó Fernanda.
Pero en el trajín también recibieron el apoyo incondicional de familiares, amigos y de los profesionales de la salud que no descuidaron en ningún momento a Virginia ni a ningún integrante de la familia.
‘Nos unimos mucho más. Con mi marido pasábamos días enteros en la terapia intermedia del Cepsi, aprendimos también a distribuirnos el tiempo para las obligaciones. Mi familia se hizo cargo de Febe, mi hija menor que en ese momento comenzaba el jardín de infantes y lamentablemente no contó con mi apoyo porque estábamos todo el tiempo en el hospital”, recordó.
Hoy, en el Día Internacional de la Lucha Contra el Cáncer Infantil, seguramente muchas historias de superación se recordarán en el mundo, tal como lo hizo esta familia santiagueña que, adhiriéndose a la conmemoración de este día tan significativo para ellos, contó que la esperanza es el motor que impulsa a vencer todas las adversidades, incluso, una leucemia.
‘Aún hoy, a casi tres años de que a Virginia le detectaran leucemia, nos cuesta asumir la enfermedad. Es muy doloroso cuando algo tan grave te toca a un hijo y miles de preguntas dan vueltas en la cabeza en todo momento. Pero, a pesar de los miedos, siempre supimos que juntos íbamos a salir adelante, porque la esperanza es lo fundamental y nosotros nunca la perdimos. Aprendimos lo que significaba entregar un hijo a Dios. Le entregué a Virginia convencida de que Él la iba a sanar y así fue. Ella está realizando el tratamiento y vamos por buen camino. Está prácticamente curada’, comentó Fernanda Coronel, la mamá de Virgi, como cariñosamente la llaman en la familia.
Virginia tenía once años cuando un día de abril del año 2000 comenzó a sentir que en su cuerpo algo no estaba funcionando correctamente. Un sangrado y un derrame ocular advirtieron que algo extraño comenzaba a suceder. Y la confirmación de su enfermedad tardó solamente días, una situación que sus padres le atribuyen a una loable labor de los profesionales de la salud. Desde entonces comenzó la lucha.
‘Creímos siempre que lo fundamental para encarar el tratamiento y el camino hacia la curación era la verdad, por eso Virgi supo siempre cuál era su estado. Aunque si nos detenemos a pensar pasamos muchas cosas feas. En octubre del mismo año en que se le detectara la leucemia, mi hija tuvo una recaída y tuvo que estar internada en la terapia intensiva del Cepsi unos quince días, después sufrió la caída de su pelo y eso le provocó otra recaída’, recordó Fernanda.
Pero en el trajín también recibieron el apoyo incondicional de familiares, amigos y de los profesionales de la salud que no descuidaron en ningún momento a Virginia ni a ningún integrante de la familia.
‘Nos unimos mucho más. Con mi marido pasábamos días enteros en la terapia intermedia del Cepsi, aprendimos también a distribuirnos el tiempo para las obligaciones. Mi familia se hizo cargo de Febe, mi hija menor que en ese momento comenzaba el jardín de infantes y lamentablemente no contó con mi apoyo porque estábamos todo el tiempo en el hospital”, recordó.