Cómo darse cuenta si un hombre es posesivo y puede llegar a ser violento

Vanina Aranda define: “Los hombres son como camaleones. Aquí en el grupo los tenemos bien estudiados. Por ejemplo, en la violencia económica, sí se dan cuenta que lo que están haciendo. Es más, el hombre se pone mezquino con el hogar, con los chicos cuando anda ‘picoteando’ por ahí otras mujeres. Cuando ya no ejercen violencia sexual, psicológica o verbal, en cierta manera se apaciguan, empiezan con otra”.
“Cuando la mujer se recupera de eso, empieza a conocer lo que es la violencia en todas sus facetas, ellos tratan de recuperar poder. Es como si tuvieran miedo de que van a perder algo, y en realidad no es así. Una quiere compartir con ellos, quiere hacer las cosas de a dos. El matrimonio es como una empresa. No es que yo le quito poder. Es compartir”.
Actualmente, cuando una mujer víctima de violencia llega al grupo a pedir ayuda, lo primero que se le dice es que va a recibir una visita en su casa para conocer su entorno y discernir el ambiente familiar en el que vive. Un objetivo primordial es determinar a cuál de las tres clases de hombres violentos pertenece el esposo de la víctima: “De los hombres violentos, sólo el 15, el 20% cambia. Hay dos tipos de hombres que sí se los puede ayudar: los que lo traen aprendido de su hogar; y el que lo hace porque no quiere perder el poder, aunque quizás en su familia no lo trataron con violencia tiene miedo de lo que le van a decir, que es un dominado por su esposa. Y el otro es irrecuperable, es el que goza, le gusta, se complace con provocar el dolor. Son de doble fachada, premeditan sus acciones. Yo vi varios casos de esos”.

Algunos síntomas
Revivir advierte a las mujeres, especialmente a las más jóvenes de algunas conductas que son claros indicios en el noviazgo de lo que más adelante seguramente se convertirá en violencia. Actitudes del varón del tipo: “No salgas con tus amigas, quedate conmigo, yo te pago todo”, o “¿para qué vas a trabajar, si yo te voy a mantener?”.
Y cuando ya formalizan empiezan a mostrar algunos cambios, como un caso típico relatado por Vanina: “Resulta que las conocen lindas, que usan mini, pupera y cuando se casan ya empiezan ‘no te pongas eso, andá a cambiarte; no te maquilles’. Especialmente las más jovencitas se confunden, están tan bobamente enamoradas que creen que lo hacen porque las aman, y nada que ver, es porque las quieren, las quieren para sí, ellos piensan ‘sos mía, de nadie más, me perteneces’, las ven como una cosa, como una propiedad, no como una persona”. l
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