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EL LIBERAL . El Evangelio

DIOS ES EL VIVIENTE

05/11/2016 22:32 El Evangelio
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DIOS ES EL VIVIENTE DIOS ES EL VIVIENTE

Se acercan a Jesús

unos saduceos

para preguntar

sobre un aspecto

de su enseñanza: “la resurrección

de los muertos”,

que ellos negaban.

Para plantear esta cuestión

recurren a la legislación

del matrimonio levirático.

La Ley de Levirato,

según Dt 25, 5-6 dice:

“Si unos hermanos viven

juntos y uno de ellos

muere sin tener hijos,

la mujer del difunto no

se casará fuera con un

hombre de familia extraña.

Su cuñado se llegará

a ella, ejercerá su levirato

tomándola por esposa,

y el primogénito que

ella dé a luz llevará el

nombre de su hermano

difunto; así su nombre

no se borrará de Israel”.

(Cfr Gen 8,8). A la luz de

esta legislación, los saduceos

plantean un caso

teórico, el de siete hermanos

que se casan con

la misma mujer sin dejar

descendencia y preguntando

de quién será

la mujer en la resurrección,

para ver qué clase

de respuesta da Jesús.

A este interrogante,

Jesús responde que el

matrimonio es una institución

“de esta vida”, cuya

función es perpetuar

la especie humana. Pero,

en “la otra vida” donde

ya no mueren, todos

serán como “ángeles”,

serán “hijos de Dios por

haber nacido de la resurrección”.

En esa vida ya

no existirá el matrimonio

por lo que la cuestión

planteada por los

saduceos carece de sentido.

El error de los saduceos

consiste en asumir

que las instituciones

de este mundo van

a continuar en el mundo

futuro.

Para apoyar su respuesta,

Jesús les recuerda

la aparición de Dios a

Moisés en el monte Horeb.

Allí, Yahvé se presenta

a Moisés como

el Dios de los patriarcas

que, aunque ya hacía

tiempo que habían

muerto, tenían que estar

vivos, porque Yahvé “no

es un Dios de muertos,

sino de vivos”. Para Jesús,

no sólo los muertos

resucitan sino que todos

ellos están vivos para

Dios. Y esto es así, porque

Dios es el “viviente”

que conduce la historia

liberando al hombre de

todas sus esclavitudes,

incluso de la muerte.

Conclusión

El Reino instaurado

por Jesús, presente

y actuante en la historia,

supone no solamente

el misterio de su resurrección

sino su señorío

sobre el cosmos y la historia.

El libro del Apocalipsis

presenta a Cristo

como: “el Primero y

el último, el que vive”,

es decir, el “viviente”, el

que vive por los siglos

de los siglos.

Su vida ha

vencido la muerte y participa

de la misma vida

de Dios. Por eso, para

los cristianos vivir junto

a Jesús, ser sus discípulos,

es vivir ya desde

ahora como “resucitados”,

anunciando la

buena noticia y trabajando

para que su reino

se difunda y encarne en

nuestra realidad cotidiana.

Los cristianos somos

testigos de la Vida que

es Jesús, promovemos

y defendemos la vida en

todas sus manifestaciones

para que el hombre

viva en dignidad y la gloria

de Dios sea exaltada

en el mundo.

Nuestra fe en la r0esurrección

no es otra cosa

que vivir “aquí y ahora”,

en el presente, como

personas

resucitadas,

amigos de

la vida como

lo fue

Jesús.

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